OPINION

Vivienda versus ideologías

Julio Fajardo Sánchez | Martes 04 de febrero de 2025

Las democracias del mundo están amenazadas por el crecimiento de fuerzas ultraconservadoras, desde la vieja Europa hasta los Estados Unidos, pasando por Argentina. La pregunta es qué ha hecho mal el Gobierno Biden o la oferta Kamala y el progresismo europeo para que las cosas sean así. Debe existir un desajuste entre las urgencias que reclama la sociedad y las prioridades políticas que no alcanzan a satisfacerlas.

Por ejemplo, en España la vivienda aparece en primer lugar como preocupación de los ciudadanos mientras el Gobierno la mantiene en el quinto puesto de sus necesidades preferentes. Construir viviendas significa para algunos llenar el planeta de hormigón y prefieren resolverlo con una exigencia de máximos: reducirlo a la lucha de clases y resolverlo por la vía de la expropiación para eliminar el derecho de propiedad de los que tienen en beneficio de los que no tienen. Esto ha estado en la esencia de todos los procesos revolucionarios y en todos ha fracasado. Franco llenó el país de viviendas sociales, pero Franco era un dictador que sabía que si no cubría esa necesidad de la población acabarían comiéndoselo y no muriendo en la cama, que es lo que hoy se intenta celebrar como el gran acontecimiento histórico del pasado siglo.

Algo estamos haciendo mal para que todo se venga al suelo en la aplicación de una política exageradamente interpretada de la sostenibilidad. La sostenibilidad no puede ser tan exigente que llegue a convertir al propio sistema en manifiestamente insostenible. Si analizáramos esto detenidamente nos daríamos cuenta de que el origen de nuestros males, de esas cosas terribles que nos amenazan, se encuentra en que nos hemos pasado de frenada en la aplicación de unas políticas que sacrifican nuestras necesidades más perentorias en nombre de algo parecido a un fundamentalismo a ultranza. No es una cuestión de memoria. Se trata del presente y el presente dice que el precio que hay que pagar para satisfacer una necesidad habitacional, que encima está contemplada en la Constitución no está al alcance de la mayor parte de la población, sobre todo de los jóvenes que desean tener un futuro por encima de cualquier otra cosa. Por ejemplo, por encima de una convicción ideológica. No todo es ideología salvadora. Un porcentaje muy elevado de la población necesita de otros temas para sobrevivir que no sean el convencimiento y la lealtad a una manera de entender el mundo. Esa es la ceguera de las ideologías que creen poseer la verdad en exclusiva. Por eso gana Trump las elecciones, por eso la ultraderecha amenaza con ganarlas en Europa, por eso se abre cada vez más la brecha en la sociedad española. Se discute sobre las acciones que hay que emprender para resolver el problema de la vivienda y cada una de las partes muestra su incompatibilidad a la hora de ofrecer soluciones.

Nadie se detiene a pensar lo que se ha hecho mal. Todo se va en echar la culpa a los otros, pero la realidad es que hace más de 20 años que no se construyen viviendas de protección. ¿Nadie se pregunta por qué? Yo creo saberlo, pero no lo voy a decir porque no se trata de hacer críticas sino de emprender acciones reparadoras. De cualquier forma, ninguna haría posible que el asunto se resolviera de un día para otro. Es imposible reparar en un año lo que se ha tardado 20 en destruir. Mientras tanto, seguiremos adelante haciendo promesas que no se pueden cumplir cuando lo que hay que hacer es cambiar de forma de pensar. Al menos, cuando estás equivocado, es recomendable hacerlo. No confío mucho.


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