¿Y qué ganas teniendo la razón si siempre vas a estar en el lado equivocado? Antes creía que disponía de libertad para opinar, pero eso era antes, porque ahora o lo hago en el sentido recomendado o estoy condenado a formar parte del grupo de los desechos. Lo cierto es que cada vez somos más en esa situación, pero no lograremos formar la mayoría suficiente para que se nos tenga en cuenta. Siempre estaremos en el lado de los retrógrados, de los contestatarios, de los fachas, de los idiotas y de los despreciables. Hemos construido un ambiente, lo que se llama un estado de opinión, para que los hechos ocurran siempre en el sentido que conviene donde unos son los buenos y otros los malos.
Hoy, por ejemplo, la Autoridad Palestina ha prohibido las emisiones de Al Yazira. ¿Qué decidiremos sobre esto? ¿Nos pondremos a favor de Hamas o de Al Fatah? ¿Daremos como válidas las imágenes de la cadena Qatarí que representa a Al Qaeda o diremos que se trata de una muestra mas de la represión de Israel? ¿De parte de quién estamos? Vuelvo al principio de este comentario. ¿Y qué ganas teniendo la razón si siempre vas a estar en el lado equivocado? Estaría conforme si el sistema que me somete es un régimen confesional carente de libertades donde las actuaciones terroristas se legitiman ideológicamente, pero no puedo estarlo si aquí, como se dice, se defienden las esencias de la democracia por encima de todo. En esta situación me encuentro, sin saber en qué lugar vivo realmente. Ya no sé si los muertos de Palestina son causados por la perversa Israel o son asesinados por comandos terroristas, como denuncia Mhamud Abás. ¿En qué lado me quedo? Porque hasta ahora no he recibido más que propaganda contaminada, previamente seleccionada para que mi percepción de los hechos lo sea en un sentido determinado.
Vivo en medio de una gran mentira. La que me ha hecho pensar que la razón, en el caso de que la pueda tener, no sirve para nada. Solo valen los ataques subliminales a mi cerebro para que se decida por lo correcto. Todo ello me obliga a sospechar que lo correcto no existe, que todo es falso, que lo mejor es ser feliz practicando el cohousing y pasando de todo para que los que nos mandan sigan haciendo los que les da la gana en un mundo donde no existen otros valores que los del mérito de resistir a cualquier costa. Pero luego pienso que es de cobardes tirar la toalla, que merece la pena intentar sacudirse de encima este sometimiento.