OPINION

Feliz Navidad 2024

Juan Pedro Rivero González | Miércoles 25 de diciembre de 2024

Entre aquellos pastores que fueron despertados por el canto de los ángeles en la noche de Navidad estaba el viejo Joaquín, -viejo entonces, porque no tenía aún los sesenta años-. Después de que se les anunciara que acababa de nacer Jesús en una cueva de Belén, y que estaba en brazos de una joven llamada María, que lo había envuelto en pañales, él no fue a aquel portal improvisado, sino que corrió a su casa y despertó a su mujer para que le diera la vieja cuna que nadie había utilizado, muy a su pesar. Sus compañeros llevaron a la joven familia algunos alimentos que tenían para pasar la noche; pero él, con el retraso inevitable, llegó al portal con su mujer y con aquella vieja cuna vacía. El Niño abrió entonces los ojos y dibujó su primera sonrisa. María lo levantó del pesebre y lo colocó en aquella cuna nueva fabricada por Joaquín cuando sus brazos eran jóvenes y mucho más fuertes que ahora. Y José, acostumbrado, por su oficio a trabajar la madera, guiñó un ojo agradecido al detalle de Joaquín.

Yo quisiera ser también un Joaquín del siglo XXI, y hacer de mi cuna vacía un detalle de ternura y gratitud para el recién nacido. Es más: yo quisiera ser una cuna vacía para que, aquí y ahora, Jesús nos abra los ojos y nos ronría como si fuera la primera vez. Porque su nuevo nacimiento, el que celebramos en esta Navidad, prefiere la cuna que somos que las que dibujamos o construimos con destreza y devoción. Porque donde Él quiere estar y lo que quiere transformar, y viene a rehabilitar, es lo más humano que somos, es en nuestro corazón. Nuestra vida concreta y real es su cuna preferida. Y hay en esta sociedad tantas cunas vecías, muy a pesar de nuestras búsquedas…

Le decía el papa Francisco a los Jóvenes de Río de Janeiro, en aquel Encuentro Mundial de la Juventud, dos cosas muy interesantes: la primera: “Atrévase a soñar”; la segunda: “hagan lío”. Los dos mensajes están vinculados, pues nuenca haremos lío mayor que cuando soñamos en grande; y nunca se sueña mejor que cuando la vida se lía. Con el atrevimiento de un sueño quiero evocar la imaginaria historicidad de Joaquín, al que nungún pastor de entonces conoció, y, soñando mi identidad, como la de una cuna vacía, dejar de temer los líos que Dios me quiere ofrecer.

La vida es un quehacer personal y libre que depende de una misteriosa suma de circunstancias y decisiones personales. Es una suma sorprendente de don y tarea. Como lo es el hacer una cuna. Una cuna será una obra útil solo cuando alguien duerme en ella. Solo cuando Dios nos habita, con nuestra libre aceptación, tiene sentido la cuna. Entonces encajan todas las piezas. Entonces la razón y la historia se dan la mano y saludan un nuevo amanecer. Nuestra esterilidad nos abandona y podemos ofrecerle al que llega, ofreciendo ocasión a nuestra libertad, una vida para la misión. Una estrecha colaboración ministerial; una libertad donada al bien de los demás.

Les deseo a todas las personas que se atreven semanalmente a leer estos trazos de vida una Feliz Navidad. Un deseo de paz, felicidad y alegría. Un deseo y una invitación: compartan conmigo el anhelo de ser la mejor cuna posible para que Dios habite la historia y salve la humanidad. Que sus ojos divinos se abran y su sonrisa aparezca en lo que somos y hacemos.

Feliz Navidad.


Noticias relacionadas