OPINION

El repórter Tribulete

Julio Fajardo Sánchez | Sábado 21 de diciembre de 2024

Cuando era un niño leía el Pulgarcito y tuve en mis manos, creo que a los 8 años, el primer ejemplar del DDT. Editorial Bruguera era la encargada de tenernos al día. El Pulgarcito estaba desde 1946 y allí salía un personaje, dibujado por Cifré, que representaba a un atrevido periodista. Su nombre era el repórter Tribulete que en todas partes se mete, y el diario donde trabajaba, “El chafardero indomable”. La palabra chafardear, muy usada en Cataluña, significa enredar, revolver, fisgar.

El Pulgarcito era una revista de humor y, por tanto, esta versión del periodismo era algo esperpéntica, pero sin alejarse mucho de la realidad. Gracias a los reporteros como Tribulete, que se cuelan en todos los ambientes, somos capaces de tener una versión aproximada de la realidad, aparte de que su actividad, en el sentido de chafardear, se vea reducida al periodismo del chisme, de la intriga y la especulación. La verdad es que no sé dónde encuadrar a este periodismo actual, políticamente comprometido, que escribe a las órdenes de un sector ideológico, sin conceder un ápice de su profesionalidad a la neutralidad objetiva. Es difícil encontrar algo parecido al chafardero indomable, porque todo, en un sentido o en otro, está sometido a la doma por parte de determinados intereses.

Entonces el repórter Tribulete tendría que ser una especie de free lance con escaso porvenir en una prensa que tiene poco de insurrecta y mucho de domesticada. El chafardero indomable representaba el deseo, disfrazado de humor, de una publicación independiente imposible de conseguir en aquellos años de posguerra. No tenía edad para entender estas cosas, a pesar de que me entretenía peyendo los periódicos, pero existía un componente heroico en Tribulete que se metía en todas partes en busca de la noticia, aunque solo fuera para chafardear. No sé por qué echo de menos estas cosas, máxime cuando pertenecen a un mundo que es condenable mantener en el recuerdo. Pero uno ha vivido los años que ha vivido y tiene el equipaje que tiene y no puede camuflarse de lo que no es adaptándose a una generación que no es la suya.

Ya entiendo que esto es suficiente para que te clasifiquen, pero el que lo haga sufre el síndrome del fundamentalismo de no creer más que en lo que le insuflan en su cerebro vacío. El repórter Tribulete era un chiste lleno de audacia, como La Codorniz, que se proclamaba como la revista más audaz para el lector más inteligente, donde se podían ver retratados también los tontos, como en el Retablo de las Maravillas. Todavía hay quienes suelen apoyarse de estos instrumentos para acreditar una posición progresista. Yo me quedo con el chafardero indomable y con Tribulete, para seguir añorando a un ejercicio que la modernidad no ha sido capaz de consolidar.

Lo siento, pero me recorro la prensa escrita y las tertulias de televisión y no encuentro por ninguna parte al aguerrido reportero indomable que me inspire la confianza del alocado Tribulete. Ignoro de dónde le viene el nombre. En Madrid hay una calle que se llama así, cerca de Embajadores. Creo que se debe a un antiguo juego de bolos .Puede ser que tenga que ver con los bolos y no con los bulos ,que es lo que ahora se lleva.