OPINION

Los cuatro mecheros del apocalipsis

Julio Fajardo Sánchez | Miércoles 13 de noviembre de 2024

Encontré cuatro mecheros en un cajón de la cocina. ¿Qué hacen aquí? Hace muchos años que no fumo y otros tantos que tengo una vitrocerámica. Los mecheros, al menos para mí, son objetos inservibles a los que habrá que buscar una función para que el fabricante siga ganando dinero con ellos. Ahora solo sirven para llevarlos a los conciertos y encenderlos mientras suena la música que nos gusta. Yo no voy a conciertos, pero los veo por televisión y compruebo cómo la gente se quema los dedos manteniendo sus lucecitas en la oscuridad. Es la forma que tienen de decirle a su ídolo estamos aquí.

Mis cuatro mecheros representan a la obsolescencia y se me presentaron hoy para resucitar un mundo de fumador que abandoné y otro de gas butano que dejó de acompañarme. Estaban frente a mí, como los jinetes del apocalipsis, recordándome que todavía pueden hacer fuego, quemar un monte y provocar una catástrofe aunque lleven años encerrados en un cajón de la cocina y olvidados, como el arpa de Gustavo Adolfo. “Ya buscarán camino”, me dije. Volverán, como las oscuras golondrinas, como vuelven aquellas cosas que no se van del todo, porque nunca las matamos en nuestro recuerdo. Todo vuelve, a veces con la frente marchita y las nieves del tiempo plateándonos las sienes. Solo hay que tener paciencia para esperarlo. Vuelve Donald Trump y las danas, porque si el barranco del Pollo tiene la dimensión que tiene es porque un día corrieron las aguas por su cauce y se desbordaron inundando todo lo que había a su alrededor.

Mis cuatro mecheros tienen colores distintos. Creo que los compré en un lote donde venían juntos, como las fichas del parchís: verde, azul, rojo y amarillo. Los he mirado y he vuelto a cerrar el cajón. Sigan ahí, muchachos. Ya no me hacen falta, pero, por si acaso, sigan ahí. Después me he ido a leer “La estructura ausente”, de Umberto Eco, y me he detenido en el capítulo donde habla de la fisión semántica, de cómo los objetos recuperan las funciones que perdieron, cambiándolas por otras, debido a que no nos podemos quitar de encima su diseño fascinante. El mundo se comporta así, y las cosas van y vienen según se vayan necesitando.

Mis cuatro mecheros no sirven para nada, pero los habría encendido para oír a Celine Dion cantando una canción de Edith Piaf desde la Tour Eiffel. Entonces había gente que decía que deberían suspenderse las olimpiadas debido a las guerras. Ahora aparece un loco americano que promete acabar con ellas y los que todavía encienden mecheros dicen que va a terminar con el mundo que tenemos. Ya no sé hacia donde mirar. La cosa está muy fea. Así que vuelvo a cerrar el cajón y les digo a mis cuatro mecheros que voy a hacer como si no los hubiera visto. Va a ser lo mejor. Últimamente me tropiezo con cosas inanimadas con las que me pongo a hablar de manera absurda, Ya me pasó hace unos días con la vaca de Ale Hop. Ahora son estos mecheros de colores.


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