OPINION

Derivadas del caso Errejón

Julio Fajardo Sánchez | Sábado 26 de octubre de 2024

He visto la rueda de prensa de Sumar sobre el caso Errejón. Ernest Urtasun, rodeado por cuatro chicas con cara de entierro, diciendo que actuaron rápido, solidarizándose con las víctimas y poniéndose a disposición de ellas. A la pregunta de si iban a denunciar ha contestado que dejan que las presentadas por las afectadas sigan su cauce judicial. Es decir, en eso no van a entrar.

El País saca un editorial de difícil lectura en el que viene a decir que casos como este demuestran la madurez de la sociedad y la solidez del movimiento feminista, del que asegura que no hay marcha atrás. Se aprovecha la desgracia para convertirla en una suerte de triunfalismo, como el de quien la hace la paga que tanto hemos oído las anteriores semanas. Es decir: el fallo de uno de los nuestros viene a demostrar lo implacables que somos, no como otros.

En el mismo sentido se manifiesta Enric Juliana en La Vanguardia, pero, sorprendentemente, en ese periódico leo un artículo de Susana Quadrado, titulado “Errejón, la omertá y el feminismo de cartón piedra”, donde se expresan otras cosas y se delatan situaciones hipócritas y oportunistas ante casos tan graves como este. Dice: “Da pavor comprobar cómo todos se pusieron de perfil. Si era un secreto a voces desde hace años”. Me consta que es así, por eso me escandaliza ver cómo se echan balones fuera ante las preguntas de los periodistas, y entiendo la cara de duelo de las acompañantes del ministro de Sumar, que defiende a Yolanda a capa y espada, su lideresa indiscutible. La misma que hace pocos meses amenazó con dejar sus cargos.

Aquí lo de abandonar y escribir cartas se ha convertido en una costumbre. En la de Errejón no hay un atisbo de pedir perdón, aunque todo sean disculpas personales, echándole la culpa a las costumbres patriarcales y al pensamiento neoliberal, de los que se ha contagiado en su contacto con el poder, confundiendo a la persona con el personaje, como en un relato de Chejov.

No hay que temblar. Los rostros compungidos que hemos visto en la rueda de prensa se convertirán en otra cosa en cuanto arrecie el temporal. El muerto al hoyo y el vivo al boyo, como siempre. Abusos sexuales también hay en la santa madre iglesia. Me quedo con las palabras de Susana Quadrado: lo sabían desde hace años. Esto podría servir para hacer una crítica interna entre una militancia honesta que sabe que esto era así, jóvenes desencantados al ver como unos avispados les robaron la esperanza hace años.


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