OPINION

Fiestas vs cultura en la balanza presupuestaria

José Luis Azzollini García | Lunes 21 de octubre de 2024

Las pescadoras que vendían su mercancía por las calles de Santa Cruz en la antigüedad -no tan antigua para muchos de nosotros- usaban una balanza romana en la que ponían en uno de los platos el pescado elegido, y en el otro, iban añadiendo pequeñas pesas hasta conseguir que, una vez alzado el artilugio, se quedaran ambos platillos al mismo nivel. – Dos kilos de pescado fresco, señora, me debe… reales, pesetas, -no hay posibilidad de euros, porque esas cosas ya no se pueden vender de forma ambulante-. La justicia, casualidades de la vida, se representa también con este tipo de pesas en la mano de una señora -diosa Themis que nos llega desde la antigua Grecia y antes de Egipto- que lleva los ojos tapados y una espada en la otra mano. ¡Coincidencia curiosa lo de las pescadoras y la señora de la Justicia!

En el Excelentísimo Ayuntamiento de nuestra capital, con la complicidad de las entidades mayores, parece que no se tenga conciencia del peso de cada una de las cosas que se han de poner en los platos de la balanza. No dejan de pensar en su negocio, ni un momentito siquiera, que parece estar muy cercano a ese otro principio que también nos viene de la antigüedad romana: “Al pueblo, pan y circo”

Es verdad que la vida hay que disfrutarla. Nos la han regalado para tratar de no caer solo en lo que nos agobie. El trabajo, dicen que dignifica y por propia experiencia puedo decir que lo tuve como un indicador del nivel de utilidad que cualquier de nosotros puede aportar a la sociedad en la que vive y a los ciudadanos con quienes convive. El problema es cuando anteponemos lo laboral a lo personal y familiar, pero eso será fruto de otro artículo. En este de hoy, seguiré tratando la otra cara de la moneda: la de pretender que lo festivo incline la balanza hacia su peana. Aunque sea a costa del presupuesto público.

En tal sentido, estoy algo acostumbrado a ver los anuncios que desde el Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, se van produciendo durante todo el año. No solo desde el Consistorio capitalino, pues la proliferación de ideas y proyectos para “invertir” lo recaudado, son abundantes en todos los municipios de la isla. He escogido el de Santa Cruz de Tenerife, por tenerlo más a mano y por ser este grupo de gobierno uno de los que, según se lee, tiran de dinero público para el desarrollo de muchos eventos lúdico-culturales. Más de lo primero que de lo segundo, por mucho que se escuden en presentar todo lo que hacen como una muestra cultural que necesita de la subvención del erario.

Si preguntáramos a alguien de fuera qué fiesta es la más representativa de nuestra capital, creo que no me equivocaría mucho si no se nombrara a los carnavales como el eje principal de todas ellas. Siempre me ha llamado la atención el que se hayan sabido contener y no coloquen una “batucada” en la solemne procesión del “Pendón” o en cualquiera de los acompañamientos de los “Pasos” de La Semana Santa. Tampoco es rara la extrañeza, pues ya llevan tiempo “colando” algún tema carnavalero en la cabalgata de los Reyes Magos de Oriente. ¡Será cuestión de tiempo!

Que las fiestas carnestolendas son un motor para la economía santacrucera, isleña y hasta regional, no se le oculta a nadie. Pero ¿tiene sentido que, mucho o casi todo de lo que se hace sea con careta puesta? ¿No hay más temas culturales donde invertir el dinero recaudado a los contribuyentes?

De momento, lo que más pesa está en el plato que lleva todo lo referente a la Fiesta por excelencia. Tanto pesa en aquella balanza romana, que son muchos los pequeños contrapesos que habría que añadir al platillo de lo “cultural” para que se pudieran equilibrar ambos. ¿Cuánto se invierte en los Carnavales? Según he leído en un titular de El Día de 22 de febrero, en 2024, se multiplicó por ocho, lo del año anterior. Y, aun cuando gran parte de esa inversión se recupera o da un gran rendimiento en la economía de la isla entera, se me antoja una cantidad muy importante de dinero para un evento que dura lo que dura -treinta y ocho días en el año que se menciona-. No seré yo, quien ponga en duda la idoneidad de esa “merma” en la “lata del gofio”, pero sí que me gustaría que otros eventos más culturales que festeros, tuvieran su hueco en el corazoncito de que firma los talones. Este año, se ha organizado una gran fiesta para anunciar el cartel del carnaval de 2025. ¡A meses vista, el carnaval ya está succionando la miel pública! Desde el consistorio se solicitó que la gente acudiera disfrazada a la plaza de La Candelaria, para regocijarse con el arranque institucional de lo que verdaderamente parece importar. Y, ojo, no es cosa solo de un partido pues, aunque en el caso que nos ocupa, hay dos de los grandes grupos políticos; recuerdo que en el periodo de pandemia la señora alcaldesa del aquellos tristes momentos (el tercero de los grandes grupos políticos), no se le ocurrió otra cosa que llevar a los barrios una carroza con música carnavalera, para que su pueblo, no se sintiera totalmente ausente de su carnaval -no consta que esa idea la pagara de su bolsillo-. Usando lo que se leía en uno de nuestros antiguos colorines -tebeos en peninsular- creado por Alejandro Santamaría Estivill (Nené Estivill): “Igualico, igualico que el difunto de su agüelico” ¡Todos con el mismo perfil! La presentación del cartel, a todo bombo y platillo orquestal, se llevó a cabo a tan solo unos días después de haber tenido lugar otro súper evento como fue el del “Pleninulio” que congregó a muchísima gente en las calles de una Santa Cruz. Pero claro no se podían unir los dos eventos, por el simple hecho de que se perdería una oportunidad de mantener vivo el concepto de “panem et circenses” que habiendo sido acuñado por el poeta satírico Décimo Juvenal en la época romana, ha llegado para instalarse en nuestro Ayuntamiento. Solo he mencionado tres grandes eventos festivos organizados desde el Ayuntamiento, pero hay muchos más - Fiestas de Mayo, grandes conciertos musicales o las propias de los muchísimos barrios y asociaciones de vecinos a los que “hay que atender”- que van detrayendo los dineros, euro a euro, hasta alcanzar sumas importantes. ¡Es dinero público!

Pero, ¿hablamos del mismo nivel inversor en otros aspectos culturales? Ahí es donde la pescadora se quita el turbante para secarse el sudor que discurre por sus ojos y alguien aprovecha para modificar el peso. ¿Recibe el montante necesario la celebración por las calles de Santa Cruz la magnífica representación de la Gesta de 1797? ¿Goza del aporte necesario, para que siga creciendo en importancia, la representación del “Toque a Rebato” con la milicia de Taganana? ¿Se conoce el dinero que aún haría falta para terminar de restaurar el Correíllo La Palma y sacarle partido contando nuestra gran historia marinera? ¿Se le da el empuje necesario a las compañías de teatro para que intervengan en actos públicos? ¿La Zarzuela de Tenerife tiene lo que necesita económicamente hablando? Estas son solo unas pequeñas pinceladas dónde invertir dinero público de una forma más equitativa, sin merma de la “gran fiesta” en singular y no como un plural único. Y, esto por no insistir en la creación del Museo de Santa Cruz. Ese lugar donde se cuente la historia de la ciudad. ¿Para cuándo?


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