OPINION

Mi club de fans

José Luis Azzollini García | Lunes 30 de septiembre de 2024

Cuando se habla de “fans” normalmente, nos viene a la cabeza la figura de algún artista del mundo de la farándula. También nos puede hacer recordar a algún equipo de los distintos deportes que conocemos. La posibilidad de que en el mundo de la cultura, -pintores, escultores, escritores o creadores de arte-, exista esa relación, parece un poco más difícil verla.

En la Wikipedia, se recoge una definición que más o menos coincide con lo expuesto en el párrafo anterior, así se anota que “”club de fans” viene a ser algo así como: “grupo de personas que se dedica a un famoso, grupo musical, personaje famoso, futbolista, etcétera”. Cada uno de esos clubes de fans, tiene su propia organización y su jerarquización bien definida; siendo su Junta Directiva -en mi caso Junta Divertida- quien lleva las riendas de la asociación, y su Presidente quien ejerce de representante legal del mismo.

Pero, en el título de este artículo, he puesto que voy a dar hablarles de “mi” club de fans. Y, tengo que decir que no soy futbolista, ni cantante, ni nada que tenga que ver con los gremios donde cabría tener este tipo de grupo de seguidores y adeptos. Sin embargo, sí que he ido confeccionando una lista de personas que me han dejado constancia de cierto interés en mi persona, a la que he dado el nombre de “Club de fans”. El empeño que estos seres vivientes, le han dado a hacerme pensar sobre mi relación con mis semejantes, bien merecía -pensaba y pienso- el recordarles de alguna manera.

Casi todas las personas que aparecen en mi listado, han entrado en él desde la puerta que encontraron en el mundo laboral. Me permitirán que no use nombres por aquello de la LOPD. Y sobre todo, porque a mí ya solo me queda el recuerdo del cargo que ostentaban en ese club.

La organización estaba formada por un número de vocales, además de los cargos directivos de mayor responsabilidad y se hacían merecedores de tal distinción, a base del “cariño” que me fueron procesando. Algunas de estas personas, abandonaban la agrupación para pasar a engrosar el de personas conocidas y en algunos casos, el de amigos con los que, en un momento dado, habían tenido un encontronazo conmigo, pero que tras el paso del tiempo se había determinado que no había sido sino algún malentendido. Y, señoras y señores lectores, en el “Club de Fans” de quien firma, solo se puede estar por merecimiento propio y por mantener su condición de persona no apta para considerarlo ni amigo ni familia ni conocido, con derecho a saludo. De mi “Club de Fans” no se sale sin causa justificada y no puede mediar renuncia por escrito, porque para eso, estas personas, debería saber que figuran en dicho listado. Y, solo algún amigo es conocedor de dicho contenido.

Dentro del grupo que se reúne bajo las diferentes titulaciones, figura un responsable como “Vocal de Ciencia”, puesto que es ocupado por quien me demostró reunir el perfil para ostentar dicha “cartera” con argumentos tan poderosos como hacer preguntas en público que, nada o menos, tenían que ver con el asunto que se había expuesto por la parte docente, o también por haber mostrado interés en hablar mal de un colega suyo ante pacientes comunes. Créanme que su nombramiento estaba bien ajustado a un perfil de persona egoísta por considerar, a sus semejantes, como simples fichas de su ajedrez particular. Otro de los vocales, está identificado bajo el epígrafe de “Vocal del Olimpo”, por ser ese el sitio que según su nivel de altivez, consideraba que debería ocupar. Y, ¿quién era yo para no darle ese asiento? ¡Para él para siempre! La “vocalía de hospitales”, se la disputaban dos personas que defendían por separado y tal vez sin tener relación entre ellos, que eran merecedores de dicho privilegio. Uno, con su especialidad en endocrinología, entendía que un visitador médico es alguien que debe estar esperando en la puerta de su despacho, el tiempo que sea necesario para que él termine de preparar su maletín y tratar de salir por otra puerta distinta a la que estaba el profesional de la Industria Farmacéutica. Salvo que, obviamente, la necesidad de algún tipo de información hiciera que el delegado, traspasara el dintel de su puerta y se encontrara con una amplia y amable sonrisa. El otro caso era mucho más directo en su argumentación para merecer estar con el cargo de vocal de hospitales. Ante la pregunta del visitador de si tal vez no era un buen día para comentarle las novedades sobre un determinado producto, dado el escaso interés que se ponía por su parte en prestar atención, este señor respondía con un escueto: “cualquier día es igual para que usted haga su trabajo”. Nada, caballero, vuelvo otro día y a usted lo incluyo en mi club. Para la responsabilidad de “vocal de casting” -sobre todo femenino- nadie mejor que aquel personaje que atendía solo a las compañeras visitadoras dejando, descaradamente, al visitador masculino de lado; salvo que la documentación aportada por el otro, fuera de gran interés. ¡Merecedor sin duda alguna!

Para los altos cargos directivos, ya se necesitaba algo más de carácter, en lo que a perfil y valores aportados se refiere. Así, para el cargo de “Contador” nadie mejor que un sanitario de la enfermería, que contaba su relación con la visita médica por las negativas a que desarrollaran su labor divulgativa en territorio sanitario. Sobre todo desde que, parece, solicitó algo de un visitador y éste no atendió a su petición. El apartado de “Tesorería”, lo lleva por derecho propio, una persona que solo permitía la visita a quien le produjera el beneficio que ella requiriese en cada momento. Una negociadora nata que, pensé, me llevaría las cuentas del club, de forma magistral. Como “Secretaria del Club”, otra sanitaria, que nos recibía con amabilidad y profesionalidad, hasta que se le cruzaron los cables y recibió la llamada del más allá, que le avisaba de los males que podrían llevarle a ella y a su esposo, si recibía a esa especie de bichos raros que éramos los visitadores médicos. Sus amistades personales, no entraban en esa discriminación. ¡Qué mejor secretaria! Ella sabría filtrar, perfectamente, lo que hubiera que filtrar.

Para los dos cargos más importantes, nadie mejor que una ex compañera de gremio que estuvo sembrando negatividad sobre mi persona, hasta que pudo. Tal vez la pobre no sabía que ella era conocida por su “nivel” dentro del gremio. El puesto de “Vicepresidenta”, se le dio por lástima cristiana. Y, el de “Presidente”, sin dudarlo ni un segundo lo ostenta el único profesional de la medicina que tuvo la valentía de denunciarme ante un jefe mío superior, por el simple hecho de preguntarle por el motivo de que no le gustara el producto que yo promocionaba en el momento que tuve el atrevimiento de presentarme ante él. Sigo preguntándome ¡Cómo me atreví a molestarle con, ese, mi interés!

Ha pasado ya mucho tiempo desde que confeccioné este listado y créanme cuando les digo que me divertí mucho dando el cargo a cada una de estas personas que he mencionado. Era una buena forma de quitarle hierro a algunos malos momentos de mi vida laboral, que ahora les recomiendo para afrontar los malos ratos que, alguna vez, nos regalan personas poco gratas.


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