El viejo patio que da al callejón, la galería, el aljibe el rosal, la pajarera, la hamaca el malvón. Así empieza una zamba que cantábamos Los Sabandeños. Innombrales en el recuerdo como tantas cosas que se fueron. A mí me recuerda a una casona de La Laguna. Un patio con unas capas de la reina y una fuente. Borges decía que eran los huecos por donde el cielo se derrama en las casas
En 1975, va a hacer 50 años publiqué un libro con fotos de Zenón, Arquitectura Tradicional de Tenerife, donde se veían cosas como estas. "Las casas son las lámparas donde las vidas de los hombres arden", escribió el poeta argentino. Quizá esto nos haga tan familiar a la música que incorporamos a nuestros ocios como si fuera nuestra. La Laguna tiene un paseo con palmeras donde se ve el punto donde se unen las paralelas. Hay una plazoleta a la mitad con una cabeza de José Gervasio de Artigas. Fue un regalo de Uruguay porque la madre del general era lagunera. El libro de Juanito Cruz habla del Camino Largo y eso me lo ha recordado. Yo estaba de alcalde accidental cuando se inauguró y vino el embajador y tuve que decir unas palabras que ya no recuerdo, pero me vi otra vez hermanado con tantas costumbres, tantos aromas y tantas identidades americanas. Debió ser en 1981. Artigas cruzó el mar de la Plata y fundó Montevideo en el otro lado para repetir allí los tangos y el candombé. Y nosotros aquí, en una isla de la costa de África mirando para no se sabe donde.
Hace unos días la calle de Viana se inundó de gente bailando el tajaraste. Iban de negro y con un sombrero, como Abelardo el Tormento. El tajaraste no se suele bailar así suelto. O con una danza de cintas o en el famoso tres en uno, junto al Santo Domingo y el tanganillo. Así lo hacíamos en los coros y danzas del SEU, con Pancho. Tiempos antiguos donde Los Sabandeños no estaban en la mente de nadie y ni siquiera conocíamos a Elfidio sino por el baloncesto.
La Laguna tiene muchos años, pero a pesar de todo es una ciudad moderna. Todas las cosas nuevas, como los nuevos ricos, están empeñadas en fabricarse un abolengo que acrisole la antigüedad que no posee. Nosotros somos de la edad de esa América española que tanto nos apasiona. Por eso nos gusta ese viejo patio que da al callejón y la zamba balada al pie de un algarrobo un miércoles de ceniza.