OPINION

Balkany

Julio Fajardo Sánchez | Jueves 12 de septiembre de 2024

He conocido a personas bastante interesantes en el ambiente del arte, en la política y en los negocios, que es donde la gente se convierte en importante. Un tipo curioso fue Robert de Balkany, dueño de la mayor cadena de centros comerciales de Europa. Era arquitecto y diseñaba algunos detalles de sus obras. Cuando hizo el centro La Villa, en La Orotava, estuvo una mañana tomando apuntes de ventanas y balcones en ese estupendo pueblo del norte de Tenerife, que luego figuraron de manera esquemática en las calles interiores del mall.

Estuvo casado con María Gabriella de Saboyá y tenía una hija con ella que era una auténtica belleza. Decía que se parecía a su parienta Sissi. Las biografías dicen que era rumano, pero a mí me dijo que era húngaro. Se hacía llamar príncipe de Los Balcanes y su verdadero nombre era Zellinger. Lo de Balkany nunca supe si era auténtico. Realmente era un promotor inmobiliario, que participó en las urbanizaciones de Córcega con el Agha Khan. Tenía una enorme personalidad, como todos los grandes triunfadores. Me reuní varias veces con él en Madrid, en la sede de la Sociedad General Inmobiliaria, en el Centro Plaza 2, en San Sebastián de los Reyes, que llevaba en España un arquitecto de nombre Alfredo Manchas, con el que hice una buena amistad, y era primo de Hernández Manchas, el del PP.

Esta gente es difícil de tratar, pero en cuanto los conoces son como los demás. Siempre venía a la isla en su jet privado, desde París, pero su residencia estaba en Niza, donde tenía una enorme finca con caballos para jugar al polo. Hablaba español con un suave acento argentino, aprendido de sus compañeros de ese deporte. Los argentinos son muy buenos en eso, como Barrantes, que se casó con la madre de Sara Ferguson. Los ingleses son muy aficionados y lo trajeron de la India, donde lo jugaban con los Marahás. En Argentina hay otro juego con caballos llamado el pato, parecido a otro de la zona de Irán donde lo hacen con una cabra.

Esta gente exquisita es muy rara y extravagante, pero cuando te acostumbras a ellos eres uno más. No son de derechas. Son otra cosa. A los de derechas les gustaría ser como ellos pero no les llegan. En fin, que está noche me he acordado de Robert Zellinger de Balkany y me he puesto a escribir sobre él para que no se me olvide. Murió en 2015, con 84 años. Estaba bien. Como no iba estarlo si se pasaba la mitad del año navegando en su yate por las islas del Pacífico. Luego me he puesto a pensar y concluyó que no tiene nada que ver con Nicolás Maduro, y aunque éste naciera 100 veces nunca se parecería a él.


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