OPINION

Desde la playa con amor

Julio Fajardo Sánchez | Lunes 26 de agosto de 2024
Esta mañana hemos ido a Las Teresitas. Había una retroexcavadora moviendo piedras en la escollera del fondo. Un matrimonio extranjero alquiló una especie de barcaza a pedales con un tobogán de plastico. Un niño rubio estaba sentado sobre él mientras sus padres pedaleaban suavemente por la orilla, pero no se lanzó al agua. Sus miradas perdidas en algún punto del horizonte impedían averiguar dónde estaba su disfrute. Era una ceremonia lenta porque la marea estaba baja y el dique no permitía entrar al oleaje.
Alquilamos unas hamacas y nos tumbamos bajo una sombrilla. Ya no vengo a caminar. Casi todos mis amigos ya no están. Antes me cruzaba siempre con los mismos y nos mirábamos como si nos conociéramos de toda la vida. Había niños en la orilla con un cubito y una pala y unos zagales en el agua tirándose un balón con gritos de ánimo, como si estuvieran radiando un partido.
El de la retro seguía subiendo y bajando piedras y el ruido era un acompañamiento de fondo, como si fuera la reminiscencia perversa de una obra que nunca se hizo. Nos hemos tomado un paracetamol. Mi amigo Rolando Tabares dice que se toma 15 pastillas al día. Eso me consuela bastante porque es más joven que yo. Tomé dos cocacolas. El camarero preguntó, ¿cero? y yo respondí: naturalmente no. Faltaría más. Bastante hago con abrir los tapones de las botellas de agua que están fijas y me pongo perdido.
Hacía tiempo que no venía a la playa. Antes caminaba con Francis. A las 9. Me levantaba muy temprano, me daba tiempo para leer los digitales y así comentaba luego las noticias. Ahora pongo mis comentarios en Facebook y luego los envío al periódico. No sé. Creo que esto es peor de lo que hacía porque hay gente que no le gusta y no se atreve a contestarme. No me molesta lo más mínimo. Yo no insulto, pero no me fío porque hay gente que piensa que si los contradices los estás insultando. Es un problema, pero no me afecta demasiado.
La playa está bien, como siempre. Tuvo una buena idea Pedro Doblado, un buen alcalde y un buen amigo. Ya no hay personas como él. La cosa está muy fea, muy malamente, como diría Chiquito. Pero, en fin, para venir a bañarse no está mal. A final se levantó un poco de viento y empezó a hacer calor. Tambor y pa casa.
He vuelto y me he puesto a escribir. Estoy metido en un libro sobre Literatura. Piensas que todo está dicho pero no es verdad. Solo con Cervantes puedes estar horas sin repetirte. Me ha llamado Emilio Machado y hemos hablado de eso. Nombró a Maritornes (¡Qué nombre más bueno!) y yo le comenté lo actual que es la escena de Marcela y el suicidio del pastor Crisóstomo. Creo que supera las tesis del Ministerio de Igualdad. He visto en las redes una foto de Yolanda de vacaciones en bikini. No me la he tropezado por aquí. Yolanda tiene su punto, para quien le guste, pero a mí me resulta muy tocona y muy besucona.
Había algunos topless, pero no los veo porque no tengo bien los ojos y porque prefiero no mirar. No sé si a ellas les gusta que las miren o prefieren que no les hagan caso. Por fin el barco de pedales llegó a la orilla y sus ocupantes se bajaron. Ya estaban rojos como tomates porque lo que quema es el reflejo del sol sobre el agua. Aumenta la dosis de rayos ultravioleta. Unas horas en la playa han dado para esto. No es mucho.

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