"Venezuela es el comodín del PP contra la izquierda". Este es el título de un artículo de Antonio Munárriz publicado hoy en El País. De acuerdo. Puede que sea cierto, pero a día de hoy inhabilita para denunciar las "irregularidades" de Maduro a riesgo de que te llamen fascista. El presidente venezolano también lo hace con los que se oponen a su régimen. Todos fascistas, como si viviéramos un tiempo transcurrido muchos años atrás.
En España, en 1978, hicimos algo para enterrar estas cosas y hoy llaman fascistas a los que lo hicieron, empezando por Felipe González. Fascista, por tanto, es todo aquel que muestre su desacuerdo con el líder. García Page está a punto de ser un fascista oficial (en las redes ya sé lo llaman). Ayer el presidente se refirió a él en medio de risitas. La risa es la defensa del inseguro, del que no tiene otro recurso que ridiculizar al que le lleva la contraria sin aportar otro tipo de argumento.
Ahora apostamos por el federalismo asimétrico, una parida de los últimos tiempos de esplendor de un Maragall en franca decadencia. Asimétrico significa desigual, lo mires como lo mires y te pongas como te pongas. Pues? a esto vamos: a desarmar una Constitución de iguales para cambiarla por una federación de desiguales, y el que no esté de acuerdo es un fascista y se acabó. ¿Es esto serio? Como decía Carlos Oroza, ¿Hay alguien aquí capaz de morderle a una vaca la pezuña? Seguro que no, porque los que lo podrían hacer, los únicos dispuestos a plantarle cara a la desfachatez, pasarían a engrosar las filas del fascismo, y hasta ahí podríamos llegar.
Perdonen que acabe esta reflexión con una mención a Pepe Monagas. ¿Recuerdan lo de Regorito mire el napa? Pues eso: Venezuela está al caer. Ahora resulta que hasta Pancho Guerra era fascista. Acuérdense de la frase "Venezuela está al caer", que quiere decir que pronto estaremos allí, pero no para vivir el paraíso soñado sino para disfrutar de su miseria. Y ahora todos fachas, como siempre.