Resistir es una forma de vencer. Esto no viene en el manual de resistencia sino que es el relato poselectoral del PSOE. Es extraño lo que está ocurriendo. Europa investirá a Úrsula von der Layen, PPE, con el apoyo de los socialistas y los liberales. Esto se hará con la colaboración de la ultraderecha porque el presidente Sánchez ha manifestado que las tres ultraderechas españolas son Feijóo, Abascal y Alvise.
Estas cosas son difíciles de entender, pero en la nueva política (también en la antigua) son comprensibles. A veces se tensa tanto la cuerda que es imposible llevarla a su posición de origen, se traspasan los límites de la elasticidad. La crisis de la política española empezó en 2016, cuando se plantearon unas líneas rojas que luego han sido sobrepasadas con creces. Es muy arriesgado gobernar en la cuerda floja a la vez que se hacen declaraciones maximalistas.
Hoy, por ejemplo, hay que ver la cara que se le ha quedado a Salvador Illa cuando le han birlado la presidencia del Parlament. Ignoro si tiene la misma capacidad de resistir. Ya saben resistir es vencer. Esta nueva gramática se aleja cada vez más de la lógica y para entender los mensajes hay que recurrir al oximoron. Las cosas, cada vez, significan más lo contrario de lo que son en la realidad, cuando ganar es perder y al revés.
Esto antes se llamaba mentir, pero hoy constituye una de las habilidades del moderno concepto de la democracia. Salimos de las europeas y nos metemos en lo de siempre. Para qué cambiar. Esto no nos lleva a ninguna parte. A propósito, en la elección de Josep Rull han votado los del exilio desobedeciendo al Constitucional. La oposición lo recurrirá. La pregunta es si los socialistas también lo harán o forma parte de la política de reconciliación.
Sánchez agotará la legislatura pero Illa no será presidente de la Generalitat. Ya lo sabíamos. Lo de las europeas solo ha sido una tregua. Al final he conseguido entender un anuncio de televisión que dice: Tú ibas a por pan y vuelves con un Skoda.