OPINION

Regeneración con grandes acuerdos

Paulino Rivero | Sábado 04 de mayo de 2024

La sorprendente e inédita decisión de Pedro Sánchez de abandonar sus responsabilidades institucionales para tomarse cinco días de reflexión, con el fin de decidir sí “merecía la pena” continuar al frente del Gobierno, pasará a la historia como uno de los hechos más alucinantes de la política española.

Con todo, más alucinante y esperpéntica, si cabe, fue la escenificación de su comparecencia para comunicar a la ciudadanía la decisión de continuar con sus obligaciones de presidente del Gobierno de España. Recuérdese que los dos principales ejes argumentales esgrimidos fueron, por un lado, las muestras de apoyo que percibió de los ciudadanos congregados en la calle y, por otro, su determinación de liderar la regeneración de la política española, sirviendo de “ejemplo” en el ámbito internacional.

Objetivamente analizados, ninguno de sus dos argumentos resulta convincente, después de haber sometido a un alto nivel de estrés al Partido
Socialista y a sus socios parlamentarios.

Por lo que respecta al apoyo recibido en la calle, algunos medios, entre ellos el diario “El País” y la Cadena Ser, cifraban en “varios miles” o “unos 12.500” el número de manifestantes reunidos al grito de “Pedro, quédate”, ante la sede de Ferraz y alrededores. El dato incluso parece ridículo si se compara con los centenares de miles que se movilizaron en todo el Estado, el pasado mes de noviembre, pidiendo su dimisión por la aprobación de la Ley de Amnistía.

Sin duda, puede ser loable el deseo de Sánchez de liderar la “regeneración” de la política española, haciéndola extensiva al mundo occidental, pero no se lo ha puesto fácil su amiga y presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, blanqueando los acuerdos con la ultraderecha europea. Porque la cruzada de los socialistas españoles contra los populares de Núñez Feijóo, como consecuencia de la entente con el partido de Santiago Abascal, se debilita con posicionamientos como los expresados por alguien tan relevante como la líder comunitaria.

Es evidente que la política española derrapa de manera peligrosa desde hace tiempo y necesita recuperar solvencia, respeto y credibilidad. Se impone un cambio de rumbo para fortalecer la confianza en la democracia. Pero impulsar medidas que favorezcan la regeneración exige grandes acuerdos políticos paraque tales cambios sean verdaderamente estables y sostenibles.

¿Con quién pretende Sánchez impulsar esas medidas? ¿Con Bildu? ¿Con Junts? ¿Sólo? Parece claro que dicha regeneración de la política en España solo puede pasar por un gran acuerdo entre socialistas y populares, que incluya la participación, faltaría más, de las fuerzas territoriales, garantizando la expresión de un Estado diverso y pluriterritorial.

Los soportes constitucionales del 78 han favorecido más de 45 años de progreso y bienestar en el conjunto del Estado. Pero, después del tiempo transcurrido, la democracia necesita actualizar sus instrumentos. De ahí que resulte loable que el presidente Sánchez desee liderar el proceso, pero siempre que dicha labor pueda afrontarse desde el dialogo, la generosidad y el acuerdo troncal entre los dos grandes partidos de estado.

La situación de deterioro sufrida hoy por la democracia española exige pararse y reflexionar. Estamos de acuerdo. Pero no por un asunto personal, sino con el objetivo inequívoco de salvar nuestro sistema de convivencia.

Las reformas que necesita el Estado pasan por un gran acuerdo PP y PSOE.

Un entendimiento que garantice la viabilidad de dicho rediseño, durante los próximos dos años, con el compromiso de que la convocatoria de elecciones generales siguiente se realice ya con las nuevas reglas de juego pactadas. Todo lo demás no pasaría de ser un frustrante brindis al sol, continuando la peligrosa deriva hacia la fractura social y política, sin precedentes en la España contemporánea.


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