El aumento de la tasa general se debe principalmente a la subida del precio del gas, que en abril de 2023 experimentaban un descenso; y también por los precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas, que aumentaron más que en el mismo periodo del año anterior. La tasa de variación anual estimada de la inflación subyacente (índice general sin alimentos no elaborados ni productos energéticos), por su parte, disminuye. Si el mes anterior destacábamos una distancia de tan solo una décima entre ambas tasas, la brecha ha vuelto a crecer; esta vez, con el valor de la cifra general por encima.
De cumplirse las previsiones, la inflación repuntaría de nuevo, distanciándose una vez más del objetivo del BCE (2%). No obstante, la subyacente se moderaría cuatro décimas, hasta el 2,9 %, situándose por debajo del índice general por primera vez desde hace casi dos años. Esta cifra refleja una desescalada en los componentes de la cesta de la compra española; no obstante, se seguirán sufriendo ciertos vaivenes mensuales derivados del efecto “escalón” por la volatilidad de los precios energéticos el año pasado. Los mismos factores que el mes pasado tiraban de la tasa hacia abajo, han tenido el efecto contrario en el mes corriente. Por tanto, las decisiones deben mantenerse prudentes en todos los aspectos, porque si bien se están alcanzando niveles más moderados de inflación, la estabilidad de los mismos aun está lejos.