OPINION

Desiderata

Daniel Molini Dezotti | Sábado 16 de marzo de 2024

Hace un par de semanas redacté un artículo dedicado a gente que se comporta, de tal forma, que permite que el mundo sea mejor.

En el comentario incorporaba un título bastante largo, donde figuraba el término “desiderata”.

No pocos lectores lo reconocieron, porque en algún momento de sus vidas leyeron una especie de poema con una historia de leyenda, aunque su verdadero autor fuese Max Ehrmann.

No sé si en estos tiempos de urgencias, de lecturas fáciles en Tik Tok o Instagram, seguirá vigente, pero antes no se le escapaba a casi nadie.

Se trataba de un texto donde el creador, en el ocaso de su vida, se aplicaba a dar buenos consejos, alentando propósitos plausibles.

“Camina plácido entre el ruido y la prisa, y recuerda que la paz se puede encontrar en el silencio”

Cuando uno lo leía, sobre todo a edades en donde todavía no se sabía casi nada, causaba impresión, tanto que muchos compañeros del colegio lo teníamos copiado en las carpetas de tareas.

Recuerdo que algunos de los postulados atentaban contra mi forma de ser, y a pesar de las décadas transcurridas, no pude disciplinarme en el consejo. “Evita a las personas ruidosas y agresivas, ya que son un fastidio para el espíritu.”

Quizás, es posible, haya reprimido la agresividad, pero nunca el ruido, que me acompaña como si fuese un productor de “música” antipática.

Me resisto a transcribir los buenos empeños en este lugar, quien esté interesando lo puede conseguir fácilmente, encontrando interpretaciones y / o atribuciones que tuvo a lo largo de los años, para terminar casi convertido en un texto de autoayuda.

Pero no era de esto, de lo que quería hablar, sino de una idea peregrina que se me ocurrió, para mostrar un modo de perder el tiempo con la inteligencia artificial.

Gracias a varios perfiles, en los que me di de alta prácticamente desde el primer día en que estuvieron disponibles, me apliqué a volverla loca, planteando tareas abstrusas, cosas extrañas, contradictorias, con el objeto de intentar “colapsarle” la mayor cantidad de entrenamiento posible, y una vez hecho, copiar el resultado.

Casi concluida una novela donde las trato bastante mal, incluso a las que se fueron sucediendo cambiando de nombre, me llevé una sorpresa mayúscula.

Tras acceder a ChatGPT pensaba solicitar algo cuando la máquina se explayó, como si supiese lo que iba a pedir.

Me limité a ordenar: “Quiero que me reescriba este texto, haciéndolo más actual, más hermoso, para que se grabe de forma inmediata en la mente de quienes lo puedan leer.”

Esa era la orden, me tocaba ahora copiarle el texto, que era, precisamente, la “Desiderata”, pero el engendro no esperó a que lo hiciera, comenzó a regurgitar.

"En este mundo de posibilidades infinitas, cada día se presenta como un lienzo en blanco esperando ser pintado con las pinceladas de nuestros sueños y acciones. Las oportunidades nos susurran al oído, invitándonos a explorar, a crear, a ser quienes deseamos ser. En cada amanecer, se despliega ante nosotros un universo de promesas y descubrimientos, donde el poder de la elección es nuestro mayor tesoro”.

En dos segundos sugirió abrazar al futuro con valentía y pasión, para que cada paso sea una danza con el destino. Cinco párrafos después, llenos de artificio y pocos fundamentos, pero que podrían haber sonado bien en una composición para una escuela elemental, concluyó su actuación preguntando si estaba satisfecho.

Por supuesto, respondí que no, recriminándole su bajo nivel, ¿qué era eso de vivir con intensidad, dejando una estela de luz en nuestro camino hacia la eternidad? Le reiteré que su trabajo era mediocre, dado que, prácticamente, exponía lo mismo de aquello que no le había entregado todavía.

Como si conociese mis defectos, insistió: “Caminemos con serenidad en medio del bullicio y la prisa, recordando siempre la paz que puede hallarse en el silencio. Vivamos en armonía con todos, en la medida de lo posible, sin renunciar a nuestra esencia. Expresémonos con sinceridad y claridad, escuchando atentamente a los demás, incluso a aquellos que puedan parecernos aburridos o ignorantes, pues cada uno tiene su propia historia.”

Debía aportar algo nuevo, no tan trillado.

“Por supuesto, aquí tienes una reinterpretación de la obra, añadiendo un enfoque fresco y contemporáneo: Caminemos con gracia en medio del bullicio de la vida moderna, encontrando serenidad en el constante zumbido de la actividad. Reconozcamos la paz que reside en el silencio digital, en los momentos de desconexión, en un mundo hiperconectado.”

Terminó mezclando redacciones tiernas, severas, con situaciones para compartir, evitar, haciendo lo contrario, al derecho y el revés, repleto de datos, entrenados y manipulados con millones de algoritmos, que le permitían hacer rotos, descosidos, diseñar, dibujar, dedicar.

Capaz de hacer de todo, la verdad, pero bastante regular, tirando a mal, como por ejemplo: "Comprometámonos a encontrar la felicidad y el equilibrio en nuestras vidas digitales, cuidando de nuestra salud y bienestar mientras navegamos por los océanos digitales de la era moderna."

No quiero pensar en lo que podría hacer, y sus consecuencias, si se dedicase a hacer cosas serias, más allá de responder los servicios de atención al cliente.


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