OPINION

Educación para el fracaso

Sebastián Urbina | Jueves 26 de octubre de 2023

Educación. Comienza el curso escolar. Arden los chats de profesores: "Los alumnos creen que saben de todo y no aceptan ser corregidos". Se extiende la desmotivación por los efectos de la Ley Celaá: "En mi centro hemos dado el título de la ESO a estudiantes con cuatro suspensos". Chat de profesora universitaria:

‘Los alumnos tienen problemas para leer y entender lo que leen, poca autodisciplina y poca capacidad de esfuerzo, problemas de yoísmo y escaso manejo de las frustraciones. Creen que lo saben todo y no aceptan ser corregidos.’

(El Mundo/setbre./2023.)

No me preocupa si mis opiniones se consideran políticamente incorrectas o sectarias, o lo que sea. Decir lo que pienso, con más de treinta años de docencia, es mi obligación como ciudadano.

Si lo que dicen estos profesores es cierto, estamos en presencia de una ruina anunciada. Ruina que afectaría a la sociedad española, en su conjunto. Y no solamente ruina educativa sino, además, económica, política y moral.

Puede haber circunstancias que suavicen esta supuesta situación educativa. Por ejemplo, que estos profesores que se quejan de la situación actual, no sean representativos. Es decir, que representen un pequeño tanto por ciento del total.

Otra circunstancia suavizadora sería que estos profesores exagerasen la situación. Tal vez para llamar la atención. En este caso, no reflejaría la situación real de la gran mayoría de los estudiantes.

A estas ‘suavizaciones’ respondería así:

En cuanto al tanto por ciento de profesorado que representan estos profesores, habrá que esperar a que estudios sociológicos nos lo digan con precisión. Mientras llegan estos estudios sociológicos (tal vez los hay, pero los desconozco), me aventuro a suponer que tanto estos profesores, como sus estudiantes, no son una excepción. Y que, con los matices que sea menester, estas opiniones representan la tendencia mayoritaria en nuestra sociedad actual. O sea, en España. Si los estudios sociológicos dicen que no es así, rectificaré.

En cuanto a la segunda ‘suavización’, que dice que los profesores exageran para que les hagan caso (una especie de llamada de socorro), supongo que estos profesores no mienten. Al menos en lo esencial, a pesar de que el término ‘esencial’ sea vago y, en consecuencia, requiera interpretación. En cualquier caso, supongo que la ‘enfermedad’ está ahí. Y que estos profesores no disfrutan, inventándose una ‘enfermedad educativa’ que no existe. En conclusión, creo que tenemos un grave problema que los políticos, en general, dejan de lado.

¿Por qué? Porque es un problema difícil de resolver, porque afectaría a competencias de comunidades que se consideran a sí mismas como auténticas naciones y cuyos votos son decisivos para formar gobiernos. Ahora no es el momento de denunciar la grave irresponsabilidad del bipartidismo, que ha renunciado a reformar la absurda e injusta ley electoral que da un poder injustificado a los enemigos declarados de España. Y puede que estas ‘naciones oprimidas’ por la ‘puta España’, no fueran las únicas creadoras de problemas educativos.

Vuelvo a lo estrictamente educativo. Creo que la profesora universitaria citada, da en el clavo. Y si tiene razón, España tiene un gravísimo problema que solucionar. No digo que sea la única nación con estos problemas, pero sí digo que están más acusados que en otras partes de nuestro entorno.

Concretando. Además de los problemas para entender lo que se lee- lo que es gravísimo-, los estudiantes tendrían poca capacidad de esfuerzo. Sólo con esto, una clase política que tuviese un mínimo decoro y sentido de la responsabilidad, se lo tomaría como una cuestión de Estado. Reunión urgente- al menos- de los dos partidos mayoritarios y a tomar medidas. Por desgracia, el actual PSOE es un partido envilecido y constitucionalmente indigno. Y el PP acomplejado debería dejar paso a Díaz Ayuso que, además de ser una líder de verdad, no es- afortunadamente- feminista. O sea, no desprecia/odia a los hombres. Ni se acompleja ante la izquierda. De la UE, no espero nada, o casi nada.

Pero hay más. Los estudiantes tienen problemas de ‘yoísmo’, creen que lo saben todo y no aceptan ser corregidos. O sea, gilipollas auténticos. Seguramente hay responsabilidad paterna, pero no voy a extenderme en esta perjudicial tendencia de sobreprotección.

Aunque lo que dice esta profesora fuese cierto en un cincuenta por ciento, deberían saltar todas las alarmas. Pero no harán nada. ¿Porqué? Porque la mayoría de los políticos (apoyados por las criadas mediáticas subvencionadas) desprecian valores muy importantes porque son- dicen ellos- ‘de derechas’.

O sea, educación, respeto, esfuerzo, mérito y sentido de la responsabilidad. Esto es fundamental. Comparen con el exministro de Universidades, el progresista Castells: ‘Suspender es humillar al estudiante’.

La izquierda está engañando y perjudicando a las jóvenes generaciones. Cuanto más borregos e infantilizados, más fácil manipularles con la demagogia de la falsa superioridad moral de la izquierda y su falso progresismo, que incluye ‘comprender’/apoyar a los terroristas. Con la ayuda, añadida, de las criadas mediáticas. ¿Y los padres? ¿Siguen votando a esta tropa?

Recordemos que TODAS las leyes educativas, han sido socialistas. Salvo una, que aprobó el PP y duró seis meses.

España y su democracia están en grave peligro. Despierte, o será cómplice de esta chusma populista y antidemocrática que nos gobierna, y que nos lleva a la ruina.

PD. ‘Bolaños, contra la libertad de prensa: quiere "alfabetizar" a la gente sobre qué medios mienten y cuáles no’. (LD). Es el comunista ‘Ministerio de la Verdad’. Típico de mentes totalitarias y de los borregos ‘progresistas’ que les votan.

‘Es inaceptable que el PSOE humille con su silencio a España y se someta públicamente al vergonzoso chantaje del separatismo’. (Edit. El Debate.)

Lo más fino que puedo decir es que los traidores a la democracia- abrazos con Bildu y golpistas, colonización instituciones, no respetar separación de poderes, etcétera- (y los que les apoyan), merecen nuestro desprecio.


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