OPINION

Renacerás

Daniel Molini Dezotti | Miércoles 23 de agosto de 2023

Recibo un documental titulado "Incendio de Tenerife" que lleva la firma de José Ramón García Ramos y no consigo reprimir las lágrimas, tampoco la honda emoción que alarma a las personas que están a mi lado.

Conocen mis debilidades, las han padecido otras veces, intuyen que se me va a pasar pronto.

Cuando comienza muestra la imagen de pinos saludables, que dejan ver por detrás la majestuosidad del Teide, paisaje querido, conocido, admirado, que de pronto es atravesado por una palabra escrita entre signos de admiración: "¡Renacerás!"

Luego despierta una canción, como si fuese la que tiene que dar la orden de inicio, a una sucesión impresionante de fotos que muestran llamas, rescoldos, humos, gente empeñada en poner freno al desastre, sacrificio, abnegación, bomberos, aviones amarillos, helicópteros, pilotos, agua que se recoge, agua que se arroja, voluntarios, damnificados, carteles solicitando, carteles agradeciendo, muestras de apoyo, aplausos, cuidadores de animales, odos abrigados con un tema musical que penetra al alma.

El que le pone voz, sentida, es Braulio: "Yo nací del otro lado / De este mar nuestro cansado / Que te besa con pereza.

Y desde allí en la distancia / Me enamoró la arrogancia / De tus perfiles airados.

Entre brumas de energía / La rotunda poesía del padre Teide nevado / El celoso centinela / De estas siete caravelas / Que en torno a él han fondeado / buscando abrigo y cuidado."

Está a punto de llegar el estribillo, y las "notas" que ofrece el pentagrama de dolor, no se apagan: imágenes cenitales, colores de días, sombras de noches, mangueras arrojando chorros de agua poderosos, otros minúsculos, cada uno apagando con lo que puede, los expertos con profesionalidad, los improvisados con voluntad, todos con heroísmo.

"Tenerife / Tenerife / desde Teno a Taganana / desde Abona a Garachico / Buena siendo en la distancia / Arropada de nostalgia /La canción que hoy te dedico."

Pienso que este no es momento de la tragedia, tampoco del reproche, sino del reconocimiento, de los que están cerca del calor, de aquellos que sostienen, apoyan, dan ánimos, vituallas, cariños.

Es tiempo de gritar gracias, ¡gracias!, a todas las personas de bien preocupados por la salud de sus seres queridos, empeñados en una lucha desigual contra los demonios desatados de la naturaleza, en el centro del drama, ya sea en el aire o en los barrancos.

Tiempo habrá para la llegada de otros tiempos, el de la justicia, si es que fue el desenfreno de un desequilibrado quien desató la plaga. También para poner en su sitio, a negligentes, ociosos, a quienes desatendieron sus funciones, no escucharon los consejos de los expertos, distrajeron los recursos en otros menesteres o miraron para otro lado.

Tiempo habrá, pero no es el de hoy, que toca atender a los sabios que por fin tienen tribuna, honrar a los valientes, a los protagonistas de verdad, a los que salvan como titanes casas, bienes, animales, vidas humanas y, también, a toda la naturaleza que pueden, aun aquella que vive en sitios recónditos.

Nos queda eso y la esperanza de que las consecuencias en la recuperación se parezcan a las de otro incendio pavoroso ocurrido en diciembre del año 2001.

Repasando algunos apuntes de aquella fecha quiero convencerme de que la situación de catástrofe actual, dentro de 22 años evolucione de forma parecida. Que la naturaleza no se canse de reparar la insensatez y la maldad de algunos seres humanos detenidos en la escala evolutiva, como si todavía estuviesen viviesen en cavernas, a modo de homínidos que no han descubierto la compasión.

Aquella vez también existieron esfuerzos impresionantes, recursos pasados por agua y medio mundo con la angustia de no saber qué hacer.

Un incendio doloroso, también originado porque un perturbado, borracho de fuego, que se puso casco y ropa de incendiario para sembrar humo en vez de esperanza.

Años después, para hacer cierto que los pinos canarios tienen cultura de fuego, adquirida en escuelas de volcanes, preparados para resistir lava, fragua, delito y calor, volvieron a parecerse a lo que eran, ¿de dónde sacaron el color si parecía no haber ya verdes?

Los troncos siguieron mostrando cicatrices negras lustros después de la desolación, pero los árboles seguían en pie, con sus frondas vivas, generando nutrientes para el sotobosque, abonando, dejando señales, para que todo el mundo supiera lo que ya había pasado y lo que podría volver a pasar.

Ojalá que el ciclo se repita y que la palabra fin del documental sea el fin del documental, también el comienzo de una reparación definitiva, con una población entregada a la naturaleza, con instituciones que la preservan, otorgando los recursos necesarios, y dejando que sean los que saben quienes se encarguen de la gestión de los espacios naturales, no los políticos, que ordenan y mandan, cortan, podan, cosechan o prohíben no por científicos sino electorales.

Todo eso deberá analizarse mañana, hoy es el día de la gratitud hacia los que están dejando sus mejores esfuerzos y poniendo en riesgo su propia salud, para que otros puedan mantenerla, debajo de las mismas sombras con las que fueron protegidos durante generaciones.

"Tenerife que añoranza / Cuando pienso en los amores / Que oculté yo en tu esperanza."