OPINION

Noventa días, y novecientos más

José Luis Azzollini García | Lunes 14 de agosto de 2023

En el día 28 del presente mes, debería cumplirse el plazo que comprometió la actual Presidenta del Cabildo de Tenerife para solucionar el desagradable tapón que existe en la TF5; más conocida como la autopista del norte. Hubiésemos estado felicitándonos todos los chicharreros que discurrimos por esa vía, y contentos por tener a alguien que cumple sus promesas electorales, si no fuera porque la Ilustrísima Señora, ya nos ha informado que ve inviable cumplir con su promesa. ¡Otro tema! ¿Otro tema, o dirá algo la oposición? ¿Estamos contentos? ¿Somos felices? ¡Más carreteras!

Parece que se necesitará un tiempo extra para encontrar la tan ansiada solución. ¿Qué nos parecería un suplemento hasta alcanzar la cifra de novecientos días? Tampoco son tantos. ¡No seamos tan exigentes! Al menos, no lo seamos con quien parece que se tomó muy en serio lo que era una de las prioridades de los votantes de Tenerife -ella entendió que eso debía figurar en su programa, aunque no fuera capaz de cumplirlo-; y realmente, la solución a ese gran problema, formaba y forma parte de las cosas que entendemos en la isla que se deben solucionar. No es de recibo consumir una hora de nuestro tiempo para recorrer la escasa cantidad de kilómetros que separan una ciudad importante del norte, La Orotava, con la que en su día fue capital de Canarias, San Cristóbal de La Laguna -“Aguere”, como la llama un gran amigo mío-.

Se está construyendo un gran túnel en ”Erjos” que cerrará el llamado “anillo viario insular”, y aportará la posibilidad de descargar, la mentada TF5, de una cantidad importante de tráfico. La idea no es mala, pero si tenemos en cuenta que la mayor parte de las empresas -Organismos Públicos, grandes hospitales, Palacio de Justicia, El puerto, La Ciudad Universitaria y todo lo importante, donde no podría faltar ni el Corte Inglés-, se encuentran en Santa Cruz de Tenerife, o La Laguna, seríamos muy cortos de pensamiento si imaginamos que alguien que viva entre Tacoronte e Icod de los Vinos, tomará otra vía distinta para entrar en la capital, que no sea la habitualmente usada: La TF5. Máxime, si tenemos en cuenta que usando el nuevo anillo insular, terminaría en la TF1, otra vía que, ¡vaya, caramba! también se colapsa, pero desde el sur de la isla. ¿Este tapón, mejor ni tocarlo? ¿Y, Las Chafiras?

¿Están nuestra autoridades convencidas que, la solución, está en seguir generando nuevos viarios? Está claro que sí. A las pruebas y a las noticias hay que remitirse; y así tenemos las grandes ideas que han ido surgiendo desde los despachos de las oficinas técnicas que trabajan para los organismos públicos implicados en las carreteras -Cabildos y Gobierno Autónomo-: La solución, se dijo, pasa por hacer una vía de circulación que rodee el aeropuerto del norte para quitar intensidad automovilística por la zona del Padre Ancheta -un cruce maldito sobre el que pusieron un gran santo a ver si hacía algún milagro-; Se puede hacer, también una pasarela para peatones en esa rotonda -¿aunque nadie la use como la de Guajara?-; tal vez lo que procedería sería hacer un tren que uniera el norte con el Centro y éste con el Sur -Lo de los trenecitos, no han dado su fruto, pero queda muy bien cuando lo exponen-; Construyamos un túnel que una el norte y el sur, a través de la cordillera dorsal de la isla, entre La matanza y Güímar , creo recordar, -otro túnel para el queso gruyere-. Ideas no han faltado, nunca, a la hora de buscar soluciones. Sí que es verdad, que todas ellas, suelen dejar una estela de partidas presupuestarias, licitaciones, incumplimientos de fechas, aumentos de presupuestos originales, etcétera, además de muchas, muchas fotos. Pero, ¿se le ha dedicado tiempo a la búsqueda de una solución para que deje de aumentar la necesidad de seguir invirtiendo en asfalto, tuneladoras y railes? Ahí creo que, “los pensadores”, van algo más lentos.

Yo no sé Ustedes, pero yo tengo la firme convicción de que esta isla se ha llenado de gente y no nos hemos dado ni cuenta. Puede que alguien piense que por tratarse de islas afortunadas tengamos los recursos infinitos pero, me temo, que ni siquiera tenemos los suficientes como para sentirnos tranquilos la genta que ya vivimos aquí, ¡al menos, pensando en un futuro no muy lejano! Las islas canarias, han ido aumentado años tras año su población en un porcentaje preocupante. Y no cuento a turistas que, como todo el mundo sabe, también consumen una gran cantidad de recursos y de servicios. ¿Qué inversión es la que no ha dejado de crecer? Si han contestado la que tiene que ver con el ladrillo, estarán en mi línea de pensamiento. Y, a base de ladrillazos, hemos ido ejerciendo una presión enorme para que la industria automovilística, consiga llenar los garajes que nos han ido construyendo. Cuando muchos de esos cochecitos salen al exterior, producen una gran “cabalgata anunciadora”, en las autopistas, que al verla desde un “Binter”, hasta luce bonito; pero cuando la sufres en la carretera y no te permite llegar a tiempo de embarcarte en ese avión, lo ves desde otra perspectiva. Te viene a la mente, solo una palabra: ¡noventa!

Puede que alguien piense que estoy exagerando. Seguramente, quien defiende lo de seguir haciendo carreteras e infraestructuras para el parque móvil, mantendrá su postura hasta con vehementes argumentos. A ese grupo de personas, solo les hago algunas preguntas: ¿Cuándo eran jóvenes, vieron alguna vez un semáforo para saber si podían acercarse a la Playa de Las Teresitas? ¿Vieron alguna vez, antes de ahora, un cartel que les advirtiera si la playa de Almáciga estaba llena o no? ¿Pensaron en algún momento en que, para salir del Puerto de Los Cristianos, se estuviera pensando en hacer un túnel -otro más- debajo de la montaña de “Chayofita”?

Está claro que hasta que alguien no lleve a cabo una auditoría valiente, independiente y por lo tanto objetiva, sobre el techo poblacional que puede llegarse a soportar en las islas, no tendremos una solución definitiva a los problemas que conllevan la sobreexplotación del suelo. Hasta que no se ponga, como condición y se haga público, el tener ese documento, para dar una sola licencia más de construcción hotelera y de edificios de promoción privada de lujo para ser puesta en los escaparates de inmobiliarias internacionales. Hasta que no se imponga una justificación razonada a la entrada de más residentes a las islas, hasta tener el dato que indique el nivel de vida futura que tendrán en ellas. Hasta que no se le dé más importancia a quienes ya vivimos en las islas -oriundos y allegados- que a quienes vienen de fuera para enriquecerse con el cemento, el asfalto y la palabrería comercial; no tendremos una solución definitiva al colapso y a lo que no es solo el colapso. Las constructoras del terruño y su personal, ya tendrían bastante trabajo con la cantidad de hoteles a reformar.

Hará falta algo más, que los días que prometió, para que esto no se nos vaya de las manos de forma irremediable. Y eso, entre otras manos, está en las suyas, Señora Presidenta. Por eso, debería Usted usar novecientos días para hacer la auditoría y los restantes para pensar con criterio en que tal vez, la moratoria, no sea un atrevimiento mayor que el de los noventa días.


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