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Piropos electorales inciertos

Miércoles 19 de abril de 2023
Por Fidel Araña

No existen mentiras pequeñas, ni mentiras piadosas. Eso es un bulo para delinquir. Los políticos no debieran mentir. Debiera prohibírseles en todo momento y lugar. No es de recibo que lo hagan. No es ético. Mentir atenta contra el octavo mandamiento de la Ley Divina. Mentir está al mismo nivel que robar, que también está prohibido en la séptima ley del ordenamiento divino. Las prohibiciones de robar y mentir son casi tan antiguas como nuestra civilización. Fueron dos de las diez leyes primigenias que recibió el pueblo para reglamentar la vida en sociedad tras escapar de la tiranía y para evitar a los tiranos.

Se sabe que los políticos mienten, y que los políticos roban. Es verdad que no todos, pero sí muchos. Más de lo esperado y de lo sabido. Basta uno sólo para que sean demasiados. Por eso tienen tanta mala fama. Por eso son tan denostados y repudiados por el pueblo, por la gente que vota y paga impuestos para mantener el sistema. Por eso cabrea que los políticos aludan al pueblo desde el balcón y la azotea verbal, como si no pertenecieran a él, como si no formaran parte del mismo tejido social. Como si con ello tuvieran el permiso congénito de sablear el pensamiento y la caja de la casa común.

Si se mira bien, mentir es como robar. Sustraer la verdad es un robo psicológico premeditado, un asalto vandálico a la honestidad. Y está demostrado que sin honestidad no hay persona buena. Por eso se cabrea la gente del pueblo con los políticos deshonestos. Por eso escribo este artículo. Porque he leído las mentiras que se dijeron en el acto de presentación de la candidatura de la alcaldesa Concepción Narváez a su reelección en las elecciones del próximo 28 de mayo. Y no me he podido resistir (Gracias Aute por pasar por aquí). Los noticieros debiéramos hacer examen de conciencia y depurar responsabilidades. Para que hubiera menos política mentirosa y menos políticos mentirosos.

Si los códigos Civil y Penal españoles retrataran a los políticos con mayor contundencia seguro que los telediarios y el papel periódico lo harían con menos asiduidad. Para acabar con las mentiras y los robos de los políticos es ya una urgencia prioritaria que los propios políticos acometan una reforma judicial contundente sobre ambos delitos que atentan contra la divinidad humana. Que palabras tan hermosas, verdad. Nos transportan intra y extra horizontes físicos y mentales. Como hacen la verdad y la mentira en la comprensión de la realidad.

Si queremos sanar la sociedad, volver la vida más divina, los articulados 236 del Penal, y 464, 1956 y 1962 del Civil no pueden seguir hablando sólo de propiedades muebles o materiales. La verdad es una propiedad inalienable no corpórea, pero sí tangible en el consciente y el subconsciente. Por eso se ha tratado tanto de averiguarla con hipnosis, polígrafos, sueros, corrientazos y hasta con guantazos a tutiplén. Por eso nos gustan los niños que no mienten y las personas honradas. La verdad edifica y fortalece la felicidad.

Nuestros códigos legales apuran en España que el robo es la apropiación indebida de una propiedad o pertenencia, un delito patrimonial que afecta al patrimonio que es un bien jurídico, y por eso se considera que son reos del delito de robo los que se apoderan de ese patrimonio con ánimo de lucro. ¿Y si cambiamos el verbo robar por mentir?, ¿Y si se considerase la verdad como patrimonio?. Seguro que no cabrían políticos como Pedro Sánchez, pero tampoco como Concepción Narváez y otros tantos, que son muchos.

Nuestros códigos legales también dicen textualmente que la cosa robada no prescribe para los que la robaron, ni para sus cómplices ni sus encubridores, y también que los privados de la cosa robada tienen derecho a recuperarla y reivindicársela a quien la poseyera. ¿Qué pasaría si les exigiésemos a los mentirosos que nos devolvieran la verdad y el tiempo, sobre todo el tiempo, sustraído desde la mentira; que nos devolvieran en positivo y con costes todas y cada una de las consecuencias derivadas de la verdad sustraída, de la mentira confesa o inconfesada?.

No es de recibo que una alcaldesa, candidata a repetir en el cargo, declare que “hoy estamos más cerca de hacer de nuestro municipio la gran ciudad que todos deseamos”. Porque sencillamente no es cierto. O sí, si es que se produce un cambio de gobierno que lo permita, y si ese nuevo gobierno se dedica a divinizar la vida del pueblo, porque ese debiera ser el primer mandamiento de cualquier político. De todos.

La retahíla de mentiras que se esgrimen en los procesos electorales no tiene parangón en la cotidianidad. Son un Guernica, o un Grito. En la misma presentación escuchamos al secretario insular de los socialistas Chano Franquis engatusar al pueblo mimando, dijo, “a una alcaldesa que ha hecho una gran gestión”. Un palabrerío falto de verdad que Narváez subrayó con un “aquí está lo hecho. Este es el resultado de nuestro trabajo, con muchas dificultades y con una pandemia (…), pero marcado por la honestidad, el diálogo, la coordinación y la eficiencia”, expresó dirigiéndose a los y las asistentes.

La mentira no es patrimonio de derechas o de izquierdas, es una vía que va al pairo de quien la utiliza para sus propios intereses. Así tenga que coger todas las curvas torcidas que se tercien. No obstante, tengo la rara sensación de que a la izquierda que utiliza los púlpitos para vociferar contra la Ley de Moisés les presta y les pone más nadar en la falsedad bien representada. Un ejemplo. Por videoconferencia, desde la Isla de La Palma, Ángel Víctor Torres, presidente de Canarias y candidato a repetir en las próximas elecciones, se dirigió a la candidata Narváez (en realidad al populacho), subrayando “el gran cambio que ha experimentado este municipio turístico a nivel nacional, desde que es gobernado por Narváez y su equipo”. Y se quedó tan pancho. ¿No han pensado los políticos como Ángel Víctor que los vecinos no somos tontos, que tenemos conciencia, alma, corazón y vida, ojos y entendimiento para ver, observar, analizar, pensar…?. Nada, que hablarle al pueblo desde el púlpito, desde el balcón y la azotea, como dije, a los políticos les pone en celo.

Chano Franquis, un prehistórico del socialismo canario, un diplodocus, como dirían los chiquillos actuales, incluso mostró su pleno y total apoyo a la candidata a la alcaldía con la mentira más gorda, pero biensonante. Aseguró que “la política es el instrumento para mejorar la vida de la ciudadanía, y eso es lo que ha hecho Conchi Narváez en los últimos cuatro años”. ¿Está seguro o cogiendo curvas?, ¿cuántas familias siguen a oscuras en este municipio?.

Para no hostiarles el hígado con tanta resaca de piropos inciertos no les desgrano los compromisos electorales que Narváez adquirió en esta ocasión. A día de hoy todavía no ha cumplido uno solo, siquiera uno solo, de los diez mandamientos que se propuso cumplir en el 2019. Y todavía hay afectos de su propio partido que le auguran una nueva alcaldía, como si mentir no fuera delito, como si robarnos la verdad no fuera un delito mayor. Las hemerotecas y la realidad existen para ser contrastadas.

P.D.- Ninguno de los agentes públicos que montaron el chiringuito político del cuatripartito está a salvo de tirar la primera piedra. También prometieron divinizar el universo. El 5 de septiembre de 2019, en la efemérides de los cien días de su gobierno, presentaron a bombo y platillo “25 medidas urgentes para poner en orden la Administración, sanearla y dejarla en un estado óptimo para el crecimiento exponencial del nuestro municipio”. Cuatro años después está sentenciado, probado, comprobado y asumido que mintieron al municipio. Hoy San Bartolomé de Tirajana es una fiesta del chivo (Gracias. Don Mario).


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