Este año la Semana Santa ha caído fenomenal, en una primavera adelantada, tras un comienzo de año muy movidito.
Parece mentira que ya estemos en Abril y que llevemos 3 meses cumplidos del año, los cuales se me han pasado tan rápidos y movidos, que no he tenido tiempo ni para respirar.
Escuchaba en las noticias estos días, que los hoteles han aumentado hasta un 40% sus precios.
Debido a la inflación, todos los precios están por las nubes e incluso la cesta de la compra, se ha puesto imposible.
No obstante, son pocas las personas de mi círculo, que estos días no salen de viaje.
Algunos se van al pueblo a ver a su familia, pero muchos otros se van de viaje, a desconectar de su día a día.
La realidad es que, cuando yo llegué ayer al aeropuerto, puesto que soy de las que aprovecho para ver a los míos, aquello estaba infestado de gente.
Los expertos dicen que, desde la pandemia, hemos aprendido a ahorrar menos y vivir más, pensando en el momento presente y disfrutando cada instante.
Pues bien, tal vez no sea tan mala lectura, querido amigo y haya llegado el momento de hacer lo que los sentidos nos indiquen, porque cuando uno pone las noticias, solo oye hablar de muertes, pobreza y desgracia.
Yo estoy convencida de que Dios no quería esto para nosotros, no esperaba que trabajáramos sin sentido para pagar cosas y más cosas y tal vez solo nos pedía vivir.
Tal vez no sea tan importante amasar una fortuna, para que hacienda, los bancos y los gobiernos te la roben y solo tal vez haya llegado el momento de vivir.
Igual es cierto que estamos cansados de escuchar a los que nos dirigen diciendo que tenemos que ahorrar, que hay que tener propiedades, que tenemos que tener un coche mejor, más cosas y cosas, con las que no sabemos qué hacer y ha llegado el momento de compartir más con los nuestros, aunque luego andemos más justos.
Simplemente tal vez, sea el momento de cubrir nuestras necesidades afectivas, teniendo en cuenta otras cosas que hasta ahora no las teníamos.
Tal vez querido amigo, ha llegado el momento de vivir cada instante como si fuera el último, porque a lo mejor, es la última vez que ves a tus padres, o a esos amigos de la infancia o simplemente, no puedas volver a ver Paris, Roma o Madrid.
Así que disfrutemos de estos días a lo grande porque, cuando pasen estos días, vendrán los acreedores del gobierno a pedirnos nuestra declaración de la renta y a robarnos el dinero que han perdido en su propio beneficio.
Nos cobrarán un sinfín de impuestos y nos machacarán, haciéndonos ver que es por nuestro propio beneficio y para sostener un país que ya no va más como lo conocimos.
Tal vez, simplemente ha llegado el momento de vivir.