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Padres: TikTok es un peligro

Viernes 24 de marzo de 2023

Vivimos la era de la velocidad y la inmediatez. El mundo cambia por momentos y para cuando creemos tener algo nuevo dominado, ese algo ya ha mutado y no queda otra que readaptarse enseguida.

Es lo que ocurre con las redes sociales y las aplicaciones móviles. Cada poco tiempo aparecen nuevas y se expanden rápidamente entre la población de medio mundo -el 60 por ciento de los habitantes del planeta usa, al menos, una red social- dejando en fuera de juego a algunas generaciones menos avezadas en este mundo interconectado.

Su infancia y adolescencia fue la de las relaciones en persona, con amistades de carne y hueso y el teléfono fijo como única vía de contacto y ahora se encuentran con un mundo en el que lo virtual está desplazando lo real mientras los más pequeños crecen entre 'likes' y vídeos de consumo rápido y poca digestión.

A todo esto, la delincuencia -que es experta en aprender rápido y sofisticar métodos- se sumerge en el mundo cibernético y extiende sus tentáculos entre los más vulnerables, en este caso, los niños. Menores que han nacido y crecido en el entorno de Internet pero que, como niños que son, pecan de inocencia e ingenuidad.

Los expertos en competencias digitales y policiales llevan años alertando del peligro que suponen las redes sociales sin supervisión. En un reciente reportaje de este medio, el periodista David Arraez explicaba la escasa conciencia que existe al respecto, con unos padres y madres que temen más dejar a sus hijos solos en la calle que en internet todo el día, cuando la realidad dice que en la calle no son habituales las escenas violentas o sexuales mientras que en la Red sí es posible acceder a contenidos agresivos con un solo clic: vídeos de peleas, acosos o guerras, por ejemplo, o pornografía sin censura (barra libre de conductas no sólo dañinas sino también delictivas).

El riesgo en Internet es real y los padres no pueden hacer como si no pasase nada, porque sí que pasa. Las redes sociales, y especialmente TikTok, son un campo abonado para depredadores sexuales que se aprovechan del entorno virtual para acceder a su víctima. Poco a poco, se van ganando su confianza y la niña o niño acaba cayendo en la trampa de la pedofilia.

Lo único que cabe hacer para impedirlo es, precisamente eso: impedirlo. Y para ello sólo hay un camino: el control parental sobre las redes, aplicaciones y relaciones que mantengan los menores en Internet. Detrás de cada perfil puede haber un pedófilo o un acosador.


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