OPINION

Capitalismo perverso

José A. García Bustos | Sábado 04 de febrero de 2023

Existen medidas que empobrecen un país y otras que lo enriquecen. Si preguntamos a la ciudadanía si quiere vivir en un país rico o en uno pobre, no habrá duda de que todos queremos lo primero. Sin embargo, la falta de conocimiento económico y la creencia en discursos interesados harán que rechacemos los argumentos que favorecen la riqueza de nuestro país.

Si les digo que el capitalismo es bueno y es una potente palanca para enriquecer un país, algunos de ustedes habrán visto saltar una alarma. No les culpo, nos han repetido hasta la saciedad desde algunos sectores interesados que el empresario capitalista es despiadado y explotador. Muchas de esas falacias provienen de nuestros políticos.

Es de manual. La primera lección de control y obtención de votos es crear la división mediante el maniqueísmo de buenos y malos.

El capitalista como oposición al trabajador. Este es su razonamiento: El primero explota al segundo y se lleva todos los réditos. El segundo, entrega su esfuerzo en beneficio del primero.

No le dirán que el segundo obtiene una retribución por su trabajo que le permite dar sustento a su familia y que el primero asume riesgos y se lleva los problemas a su casa. Y, qué narices, aquí nadie explota a nadie. Si alguien se siente explotado que acuda a la Inspección de Trabajo o que cambie de empleo.

Déjenme que les explique, desde la sinceridad y experiencia, que eso es mentira. Empresario y trabajador tienen un mismo objetivo y ambos se complementan. Su fin es asegurar que la empresa llegue a buen puerto y no sucumba. Si eso pasara, el primero y los segundos se quedarían en la calle. Probablemente, el primero con el lastre de las deudas.

Un país con trabajadores y sin capitalistas será pobre. El capitalista, como dice su nombre, ha empleado sus ahorros para invertir en bienes de capital que sirven como palanca para llegar más lejos y producir más. El capitalista ha realizado un sacrificio para realizar su inversión.

El ahorro es una privación de consumo presente para realizar un consumo o inversión en el futuro. Además, el capitalista habrá tenido que endeudarse para afrontar su proyecto. La deuda aumenta el riesgo que asume junto a la inseguridad por el devenir de su negocio porque, aunque vaya mal (y un alto porcentaje fracasan en los primeros años de vida), responderá con sus bienes presentes y futuros. A veces, hasta con los de sus hijos.

Los países que trabajan el campo con las manos producen mucho menos que los que permiten a los capitalistas aportar capital en forma de tractores y cosechadoras a sus trabajadores. Si además se invierte en cintas de envasado, etiquetado y en distribución, los productos aumentarán su durabilidad y podrán ser vendidos en otros lugares. Díganme si un trabajador con sus manos y un arado crearía tanta riqueza.

El capitalista no solo crea riqueza propia, sino que enriquece a su país con sus impuestos y aporta riqueza a un mayor número de trabajadores porque requerirá de continuas contrataciones.

Un país rico abraza el capitalismo. Un país pobre lo rechaza.

Y sí, se necesitan ciertos límites. Pero no por el hecho de ser capitalistas sino por su condición de seres humanos. Hay capitalistas egoístas como también hay trabajadores indeseables, al igual que hay ricos humildes y pobres humildes. Hay ricos infelices y pobres con dicha. Hay ricos con pobreza espiritual pobres con abundancia en sus almas.

No caigan en la trampa simplista de que los ricos y los capitalistas son despiadados. Conozco gente trabajadora a los que no les daría la espalda ni un momento y conozco empresarios que fomentan el buen ambiente laboral y otorgan a sus trabajadores mucho más de lo que dice el convenio colectivo. Y no me refiero solo a dinero.

La palanca que produce el capital aumenta la producción, la productividad y las ventas y, no tengan duda de que los países que abrazan el capitalismo son más ricos que los que no. Vean el ejemplo de Corea del Norte y el de Corea del Sur.

Otro mantra que se ha extendido es el de no fomentar el esfuerzo. De ahí que pasen de curso a los alumnos que suspenden o que se subvencione a todo hijo de vecino. Cada vez es más común escuchar en entrevistas de trabajo a candidatos que afirman que no les compensa el puesto porque se conforman con la paga que reciben. Y eso que no ha llegado la renta universal. Cuando lo haga, crearemos una sociedad de conformistas.

No fomentar el esfuerzo es “pan para hoy, hambre para mañana”. Es lo de que más vale “enseñar a pescar que dar pescado”.

¿O creen que Rafa Nadal hubiera conseguido lo que ha conseguido sin un esfuerzo superior a los chicos de su edad? Escuchen la filosofía de su tío, otrora entrenador suyo.

Tampoco caigan en la trampa de que los empresarios son de derechas y los trabajadores de izquierdas. O lo que es peor, que los primeros son fachas y los segundos, rojos. Es un factor bloqueante para no razonar más allá.

El Foro Económico Mundial aboga por un Gran Reseteo cuyo pilar es redefinir el capitalismo. Ya dejan pistas por donde van los tiros y no me gusta nada lo que veo. La eliminación de la clase media, como están consiguiendo, es una muy mala noticia para la creación de riqueza en un país.

¿Será por eso que vaticinan que “no poseeremos nada y seremos felices”? No lo duden, la clase media genera riqueza.

El multimillonario fundador de Virgin lo resume en una de mis citas favoritas: “Los clientes no son lo primero, lo primero son los empleados. Si cuidas de tus empleados, ellos cuidarán de tus clientes”.

Los trabajadores y empresarios son las dos caras de una misma moneda. No son excluyentes. Son complementarios. Que no les engañen.


Noticias relacionadas