Excelentísimo Señor alcalde de Santa Cruz de Tenerife, me dirijo a Usted para comentarle algunos aspectos vinculados a su mandato y cargo, repletos de honores, para regir la “Muy Leal, Noble e Invicta Villa Puerto y Plaza de Santa Cruz de Tenerife” escrito así, en letras mayúsculas, para que todos los adjetivos que la califican estén en consonancia con su título, también mayúsculo, de Excelentísimo.
Antes de seguir con el encabezamiento intentaré exponer los motivos, como se hace -creo- con las leyes, o bandos, para justificar el atrevimiento de comunicarme por este medio.
En este caso será breve, sin el rigor jurídico que se le impone a un texto legal, que no pocas veces complican la lectura.
Las razones para esta carta abierta es solicitar, respetuosamente, considere -si todavía está a tiempo- postergar, seguir estudiando, diferir y, si procede, olvidar, la decisión de instalar la franquicia, sucursal, o como se llame, del Museo Rodin de París en los predios del Parque Viera y Clavijo.
Usted, con todo derecho, podrá preguntarse quién soy yo para plantearle algo así, para alterar una decisión estudiada, discutida y aprobada por profesionales y órganos competentes, debatida y apoyada por instituciones, también Excelentísimas, como el Gobierno de Canarias o el Cabildo de Tenerife.
No busque demasiado las respuestas, no soy nadie, un simple ciudadano que llegó a esta tierra generosa hace ya muchas décadas, que aprendió a quererla, respetarla y sentirla como propia, que vive con sus vecinos, los escucha y se solidariza con ellos.
En síntesis, no tengo ningún cargo, poder o atributos, a diferencia suya, que porta y defiende el bastón de mando que recibió en el momento de ser elegido alcalde, permítame seguir con mayúscula.
Recuerdo aquel momento, anunciado por un titular de un medio de comunicación que me pareció injusto, excesivo. Luego el desarrollo de la noticia se encargaba de edulcorarlo demostrando que existen muchas formas de convertir una exposición de motivos en otra cosa.
Decía así: “Bermúdez arrebata el bastón de mando a Patricia Hernández, quien advierte que seguirá peleando.”
Si nos atenemos a la etimología de la palabra arrebatar comprobamos que tiene un significado claro, el de quitar con violencia, y los autores que saben mucho de lenguaje aseguran que proviene del árabe ribat, que significa atadura, sujeción, fuerza.
Entonces, en una simple oración encontramos el contenido que le quiero dar a esta misiva y con su permiso vamos a analizarla.
Primero, en letras de molde lo nombra: “Bermúdez”, no aparece el Excelentísimo por ningún lado, cosa que de una forma cruel demuestra que los adjetivos tienen período de caducidad, duran mientras hay función, mueren cuando nace un relevo. Y esto, creo que usted lo sabe por experiencia.
Segundo, menciona el bastón de mando, que pude ver por primera vez en una foto que encontré en otro medio, ilustrando el acontecimiento de forma más prudente: “José Manuel Bermúdez recupera la alcaldía de la capital y desaloja a Patricia Hernández”
Ahora mismo lo estoy viendo en un primer plano portando con su mano derecha el bastón de mando frente al Ayuntamiento y sus banderas, en un juego de simetrías con los mástiles muy logrado. Dos personas, parcialmente ocultas integran una especie la comitiva, ambas con mascarillas, lo que demuestra que la imagen fue tomada durante la pandemia.
Como no entiendo nada de símbolos necesito ilustración, saber más acerca lo que representa el bastón de mando.
Me entero así, no en las páginas oficiales sino en una empresa que los fabrica, que es un “elemento protocolario utilizado para indicar que la persona que lo porta ostenta el poder o mando sobre un grupo o colectivo identitario.”
Eso está clarísimo, como también que “se utiliza en ceremonias de toma de posesión como la de un alcalde, donde se realiza la transición formal del poder a un nuevo cargo.”
No encuentro nada novedoso, aprendo sí las partes que lo componen, el material de que están hechos, el tipo de madera, los elementos decorativos, y las características de un elemento clave que posee, un cordón, que denota la autoridad del portador. Por lo visto el que corresponde a los alcaldes es oro y negro.
No se culpe por lo que está pensando, me sucede muchas veces y hay gente que no se priva de decírmelo a la cara, que desvarío, pero en este caso se estará confundiendo, porque lo que pretendo transmitir es algo que no recogen los símbolos, algo tan obvio que muchos olvidan, por lo que debería estar señalado de algún modo en los bastones, las medallas, las coronas, las poltronas, las bandas, los escaños.
No advierten que el poder, las promesas o juramentos al asumirlos, la respuesta afirmativa a “¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones del cargo de alcalde – o lo que sea- con lealtad al Rey, y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado?” no es suficiente.
Nunca es suficiente, lo sabio es mandar, pero más aún es escuchar a los mandados, atenderlos, no solamente a colaboradores, políticos de la misma tendencia, intermediarios, encuestadores, hacedores de imágenes, etcétera, y tener en cuenta que los bastones, adjetivos, cuerdas oro y negro, asientos mullidos de coches oficiales, las llamadas sin lidiar con contestadores automáticos o los privilegios de no padecer salas de esperas, etcétera, deberían recordar que siempre hay que escuchar a la gente, la misma que le prestó, no regaló, los privilegios que disfruta..
Usted sabe que no toda, pero sí muchísima gente de Santa Cruz de Tenerife le está pidiendo, con firmas, con gritos, con acciones lo que expongo en la exposición de motivos: postergue, siga estudiando, difiera, y, si procede, olvide, la decisión de instalar la franquicia, sucursal, o como se llame del Museo Rodin de París.