OPINION

El huracán Alcaraz

Juan Pedro Rivero González | Jueves 15 de septiembre de 2022

Nos alegramos mucho de que, al parecer, nuestro héroe nacional Rafael Nadal, termine su recorrido profesional en el Tenis dejándonos en el horizonte, para los aficionados, un joven heredero que ya es calificado por los medios de comunicación como un huracán sobre la pista. Su triunfo en el US Open y su clasificación en la ATP como número uno, ha sido un rebulsivo para la cultura española que se aficiona solo a los deportes en los que se gana.

Es normal que suceda así. Son los triunfos los que generan afición. Los mayorcitos recordamos como Miguel Indurain generó una nube de aficionados a las sobremesas recorriendo las carreteras de Francia esperando que llegara la fase final de aquellas etapas de montaña. Lo mismo hizo Fernando Alonso con la Fórmula 1. Porque nos gusta ganar. Porque el juego es una oportunidad para competir y sentir que logramos el triunfo. No nos gusta perder, y a los perdedores los solemos marginar de nuestra memoria. Solo se recuerda el nombre del que gana.

Lo que más nos ha sorprendido en estos grandes del deporte es que no solo saben ganar, sino que cuando no ganan son capaces de reconocer el éxito en el adversario, subrayando su capacidad y mejor hacer. La humildad al ganar y al perder hace más grande, si cabe, a estos deportistas. El Huracanito Carlos Alacaraz ofreció una lección impresionante al saltar al final las gradas en busca de los miembros de su equipo. Es verdad que es él quien se bate en la pista, raqueta en mano, pero un campeón no solo lo es por tener un gran talento, sino por estar bien acompañado por un equipo que potencia todas sus destrezas. Alcarán nos hizo recordar que hasta el tenis es un juego de equipo.

En ningún aspecto de la existencia llega alguien al final sin la colaboración de los demás. Alguien coronará la montaña, pero en la ladera han quedado otros que lo han hecho posible. En nuestros estudios, en nuestra profesión, en nuestra vida familiar, en todo, el trabajo en equipo es fundamental. No importa que el aplauso se lo lleve el señor ministro, muchos directores generales, administrativos y técnicos de base han logrado alcanzar los éxitos. La vida es un juego de equipo.

Para algunos este fenómenos social es reconocido como espíritu de comunión. No se tarta de uniformidades exigidas, sino de la suma de diversidades atadas por el espíritu del bien común.

Por eso, más que huracán, que suelen ser vientos que destruyen y rompen, me gustaría más reconocer la brisa suave como aspecto que identifica a Carlos Alcaraz. Esa brisa que se clava en las velas de una barca y la empuja mar adentro o la acerca al puerto.

Recuerdo aquella frase del Evangelio en la que Jesús enseñaba a sus apóstoles a ser humildes: “El que quiera ser primero entre vosotros, que sea el último de todos y el servidor de todos, porque el que se busca, se pierde…”.

Felicito en estas páginas a Carlos Alcaráz, más que huracán, brisa murciana.


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