OPINION

Vacunas, cuarta dosis y nuevas variantes

Emilio Arteaga | Martes 13 de septiembre de 2022

Se acerca el otoño y, prácticamente, todos los especialistas anuncian un inevitable rebrote de las infecciones por el virus SARS-CoV-2 y, consecuentemente, de los casos de covid 19. Si bien es cierto que la inmensa mayoría de la población está vacunada con, al menos, dos dosis, y los mayores de 60 años con tres, así como que la variante ómicron, aun predominante, es menos virulenta, aunque más transmisible, no lo es menos que las vacunas utilizadas hasta ahora estaban optimizadas para las primeras variantes del virus y no para la ómicron, por lo que la protección es menor y, además, la cantidad de anticuerpos generados por la vacuna disminuye con el tiempo, por lo que el nivel de protección podría no ser óptimo en estos momentos, sobre todo entre las personas mayores y quienes padecen inmunodeficiencias o enfermedades debilitantes.

Según las noticias que nos llegan, la Comisión de Salud Pública ha decidido que este septiembre se inicie el proceso de administrar una cuarta dosis, que empezará por las residencias de la tercera edad y los mayores de 80 años, aunque se pretende administrar a todos los mayores de 60 años y luego ir extendiéndolo al resto de la población. Pero en los segmentos más jóvenes muchos no tienen la tercera dosis, cuya administración convendría acelerar, en paralelo con la cuarta de las poblaciones más vulnerables.

Por otro lado, se ha anunciado la llegada, también este septiembre, de alrededor de diez millones de dosis de las nuevas vacunas que incluyen la variante ómicron y que empezarán a administrarse de inmediato, pero no se ha informado a quién ni con qué criterios.

Convendría aclarar el calendario exacto por grupos de edad y a quién se va a empezar a administrar las nuevas vacunas, a fin de evitar situaciones de confusión y desorganización. Parecería lógico, en mi modesta opinión, que las nuevas vacunas se destinen a las cuartas dosis de las poblaciones más vulnerables: mayores de sesenta años, inmunodeprimidos e internos de residencias, y seguir utilizando las vacunas previas para las terceras y cuartas dosis de las poblaciones más jóvenes.

En cualquier caso, harán bien las autoridades en advertir a los ciudadanos de que quizás habrá que volver a utilizar la mascarilla en determinados lugares y situaciones y, sobre todo, que sigue siendo obligatoria en el transporte público, donde cada día se ve a más usuarios saltándose la norma a la torera.

Hay una sensación generalizada de que la pandemia ya ha acabado, y nada más lejos de la realidad. La pandemia no solo no ha acabado, sino que sigue en plena expansión a nivel global; por eso, precisamente, es una pandemia, y perder algunos, o la mayoría, de los buenos hábitos adquiridos durante los últimos dos años puede resultar muy perjudicial, en especial porque parece que una mayoría de personas no solo ha dejado de observar todas las medidas de protección, sino que las rechaza de plano, lo que podría dar lugar a insumisiones muy peligrosas si se tuviesen que implantar de nuevo, ya sea por la presente pandemia o por otras futuras.


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