OPINION

Canarias: gallera siempre en flor

José Luis Azzollini García | Lunes 01 de agosto de 2022

Las islas Canarias se presentan ante el mundo, como lo publicita su himno no oficial: “un paraíso siempre en flor”. Quien ha estado visitándonos -gracias por elegirnos- normalmente salen con esa grata impresión. Y lo cierto es que, si analizamos isla por isla, veremos que la naturaleza, se entretuvo lo suyo y descargó sobre ellas un gran número de bondades. Tal vez estaría pensando que, en algún sitio, tendrían que cargar las pilas quienes viven en zonas menos agradecidas o saturadas.

¿Es, este punto de vista, válido para todo el mundo?

Ya les adelanto que, no solo quien viene de fuera, habla de “Islas Afortunadas”, para referirse a estos islotes en medio del Atlántico. La gente que aquí vivimos, también somos conscientes del lugar donde nos ha tocado ser felices. Es verdad que siempre hay algún despistado que mete la pata construyendo donde no se puede; tirando su basura en lugares no señalado para ello; circulando fuera del tiesto. O, como en estas fechas, actuando como un pirómano desaprensivo. ¡Tiene que haber de todo para notar la diferencia!

Aún con todo, también sabemos captar algunas cosas que nos separan del concepto de paraíso. La más importante le da a nuestro espacio un carácter de “gallera” que, para sí, lo quisieran quienes consiguen que dos animalillos que no se conocían, luchen entre ellos como si les fuera la vida en ello.

En las Islas Canarias el concepto de riña, ha ido aumentando de categoría, hasta llegar a nuestros días bajo el nombre de “pleito insular”. Y, la cosa, por mucho que alguien se empeñe en dejarlo suscrito a los carnavales o al fútbol, ya ha trascendido. Tal vez vaya siendo hora de que se comience a hablar, en voz alta, sobre ello.

¿Existe o no existe pleito insular?

Por más que se empeñan -nos empeñamos- en decir que no existe, en nuestro interior, vemos una realidad totalmente diferente. De siete islas canarias, se han pasado a ocho. Y, eso en sí mismo, no es ni bueno ni malo. Era una realidad que, más tarde o más temprano iba a llegar. Pues en nuestra octava isla vive gente que desea figurar en los mapas de forma oficial. Pero también está esa otra realidad de que, al contar con esta octava isla, las dos provincias en las que se divide la Comunidad Autónoma, ya ha quedado “nivelada” -cuatro islas en cada una-. Ahora, servirá de triunfo el cinco de oros[1] y, a rezar para que no se demande un ayuntamiento propio con sus políticos y personal administrativo correspondiente.

La televisión es pública, pero ¿mantiene el mismo peso en noticias de cada una de las provincias? No me he detenido en analizarlo -no me corresponde-, pero en esto hay quien, a ojo de buen cubero, certifica que casualmente, se producen más hechos noticiables en un lado que en el otro -al dejar abierta esta ventana, seguro que quien lo lea, estará quejándose de lo que viene de la provincia opuesta a la propia-. Lo que si es cierto, es que en la catástrofe de la isla de la Palma, intervinieron los consorcios de bomberos de tres islas y los que más salían en las noticias o momentos relevantes eran los integrantes de una de ellas, por encima, incluso, de los de la propia isla maltratada por el volcán. ¡Una casualidad, seguramente!

Si en una provincia sucede algo, en la otra, sucederá otro tanto en un corto espacio de tiempo. Si una isla acoge una reunión importante a nivel política europea y/o mundial; en otra isla de la otra provincia se exigirá que se lleve a cabo otra reunión de similar nivel. ¡Faltaría más! Nadie, salvo los palmeros, había hablado de “fajanas[2]”; fue nombrar las del volcán, y salieron otras en otros puntos de Canarias. ¡Nosotros también queremos protagonismo!

Existía una universidad y en cierta medida tenía una distribución de recursos que la mantenían en niveles más que aceptables. Las humanísticas tenían su sede en la isla capitalina de la provincia de acá. Y, las técnicas, mantenían lo propio en la de allá. Pero, claro, eso no se podía consentir, pues tan importante era una provincia como la otra, así que surgieron dos universidades argumentando un mayor acceso poblacional al estar en las islas capitalinas. ¿Y las otras islas? ¡Ya vendrá quien se mueva para conseguir la Universidad itinerante de las islas Canarias!

¿Qué haces un tranvía?, ¡yo meto una metro guagua! A las otras islas, se les venderá el humo del “no están solos”; y se incluirá sus nombres en algún villancico. No le arriendo las ganancias a quienes dedican su tiempo a la política, en estas tierras, pues el estar siempre con la balanza en las manos, no debe ser cómodo.

Por estas pequeñas muestras -cada una de las personas que vivimos en Canarias, tiene un montón más de ejemplos- es por lo que, desgraciadamente, sigo pensando que en el tema del “pleito Insular” no se ha trabajado lo suficiente. O, puede que, como se suele afirmar, a alguien le interese que siga existiendo.

Este último razonamiento, lo tienen bien aprendido algunos artistas que vienen a actuar a nuestra tierra y, a la primera de cambio, sueltan una “pullita” contra la otra isla hermana. Lo peor es que, quienes le escuchan, ríen alborozados o aplauden el chascarrillo. Si existiese cultura de unión y no de lo contrario, nadie se atrevería a nombrar a una isla enfrentándola a la otra u otras. Pero, para eso, se tendría que trabajar sobre otra base muy distinta a la que se viene trabajando en nuestro territorio isleño.

Siempre me he cuestionado que si las islas estuvieran todas intercomunicadas por tierra como si fuera un pequeño continente, nos ahorraríamos sedes gubernamentales; tendríamos una universidad más potenciada académicamente hablando; los hospitales estarían especializados en materias concretas y debidamente reforzados; tal vez existirían varios puertos, pero cada uno dedicado a un tipo de movimiento determinado; los políticos no serían elegidos por el peso de cada isla, sino por su mera capacidad para servir a los demás, etcétera, etcétera. Pero resulta que, entre nuestro terruño, hay agua y eso es un impedimento tan grande que hace inviable dejar el pelito aparcado. Ni siquiera se atreve nadie a proponer ideas para buscar una solución definitiva. De hecho, he leído más sobre la posibilidad de generar dos comunidades autónomas independientes, que sobre dejar de mirarnos el ombligo. A la sola pregunta de dónde se pondría la sede única del Gobierno de Canarias, saltan todos los remaches de la chaqueta.

¡Cambio “gallera insular” por mente abierta! Interesados, votar en consecuencia.

[1] La carta de más valor en el juego del envite, cuando se juega cuatro contra cuatro.

[2] Fajana, terreno ganado al mar por desprendimientos o lava volcánica


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