OPINION

Qué tal tus pies

Juan Pedro Rivero González | Jueves 14 de julio de 2022

Hoy quiero dar fe y testimonio personal de la verdad que encierra el dicho popular de que “solo se valora la salud cuando se pierde”. Basta que te arañe la enfermedad un poco para que se despierte una estima inusitada por su existencia y valor. ¡Qué razón tenía mi abuelo!

Hay realidades ordinarias y normalizadas de nuestra actividad diaria a la que les prestamos poca importancia. Mi abuelo decía que lo más importante y lo que más deberíamos cuidar eran los pies y la boca. Tal vez por eso yo siempre le conocí con las dos planchas de dientes postizos. Lo decía desde su propia experiencia. Y hasta que te duele una muela no caes en la cuenta de la importancia que tiene, para la vida normal, lo que existe dentro de la boca.

Y qué vamos a decir de los pies. Ellos ahí están, cumplen su deber y la mayoría de las veces son acusados de ofender al olfato con la consecuencia de su esfuerzo escondido. Pero basta que les ocurra algo, por mínimo que sea, para que se pare todo. Y por más extraordinaria que sea una persona, cuando un pequeño hueso del pie falla, todo el esplendor se apaga. Que se lo digan a Rafa Nadal lo que importan los pies…

Esta mañana, conversando con un amigo sobre este particular, acabamos la conversación con una nueva y posible despedida social: “Que te vaya bien y cuida tus pies”. No les faltaba razón. A san Pablo les gustaba la comparación de la vida social con el cuerpo humano. Decía que la comunión y cuidado mutuo debe ser como la que resulta de la interdependencia de los miembros de nuestro cuerpo. Pues cuando un miembro sufre, todo el cuerpo está enfermo; y cuando un miembro goza, todo el cuerpo se felicita. Incluso decía que, -como decía mi abuelo-, los miembros aparentemente menos dignos, los que no maquillamos o redecoramos, los que se ocultan a la vista ajena, los rodeamos de mayores cuidados.

Todos los miembros del cuerpo son importantes. Y es un buen deseo que a todos les funcionen bien los pies. Si sus ojos son bonitos, tiene una sonrisa delicada o su tono de voz es agradable, pues muy bien. Pero si tiene todo eso y no lo funcionan bien los pies, ¿qué quieren que les diga? Podemos ser Ciudad Patrimonio de la Humanidad y ser la sede de la Universidad de La Laguna o ser sede episcopal, pero como el servicio de recogida de basura no funcione adecuadamente, el esplendor de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna será cuestionado.

Pensar en nuestros pies nos ayuda a reconocer que no hay personas que sobren o trabajos indignos en la vida en sociedad. Nos ayuda a valorar los empleos sencillos que exigen, tal vez, poca cualificación académica, pero que son básicos para la convivencia social. Entre las manos y los pies, las manos son normalmente más valoradas, pero sin los pies, por muy diestras que sean, otros tendrán que acercarle las cosas si las quieren manipular.

¡Qué razón tenía mi abuelo!

Este verano, aunque vayamos en cholas -que tanto nos gusta a los canarios-, cuidémonos los pies. Que no hay mejor deseo que a ustedes y a mí, nos vayan bien los pies…


Noticias relacionadas