OPINION

Nuevos impuestos

Marc González | Miércoles 13 de julio de 2022

Como se esperaba tras los últimos batacazos electorales, Pedro Sánchez se enfundó ayer su chistera y ante el respetable extrajo de ella no un conejo blanco, sino las recetas que, presumiblemente, le aseguran agotar la legislatura y la lealtad perruna de sus socias. Billetes de tren gratis -salvo en Mallorca, por cierto-, o becas adicionales de 100 euros al mes constituyen el penúltimo intento sanchista de ampliar una red clientelar sumisa. Les funcionó durante 40 años en Andalucía y por qué no les va a funcionar en el resto de España.

Además de este populismo de perfil bajo, tan del gusto de Iones y Yolandas, el número más fascinante que nos tenía reservado Pedro el prestidigitador era el de los impuestos a las "grandes" eléctricas y a la banca.

Aunque, a la postre, cuando no sabe qué hacer, la izquierda siempre acaba aplicando subidas de impuestos, lo cierto es que a todo el mundo le caen mal la banca y las empresas energéticas -salvo a banqueros, ejecutivos y grandes accionistas-, con lo que el apoyo que nace de las tripas del pueblo soberano estaba más que asegurado, incluso el mío. Si ampliasen el objetivo a compañías telefónicas, aseguradoras y magnates de las redes sociales, sería hasta superfan. Qué más quisiera que la banca y las eléctricas dejasen de chulearnos como a putas baratas y de presentar obscenas cifras de beneficios mientras el resto de los mortales nos apretamos el cinturón.

Lo que ocurre es que, como casi todos los analistas se han aprestado a señalar de forma inmediata, constituye un verdadero misterio el truco de magia que Pedro nos tiene reservado para evitar que, al final, la patada en salva sea la parte que pretende propinar a estas grandes corporaciones acabe inopinadamente en nuestro propio culo, en forma de más comisiones, hipotecas más caras o facturas de la luz disparatadas (más).

La reacción primigenia de estas empresas se tradujo ayer en lamentos porque los pequeños accionistas van a perder parte de sus ahorros, como si a ellos les importasen un pimiento los pequeños accionistas, vamos anda.

Veremos en qué quedan estos esplendorosos fuegos de artificio de fin de fiesta, tan del talante de nuestro bello presidente. Sin embargo, no debemos perder de vista que Sánchez es un embustero patológico y un tipo sin escrúpulo ni moral de ninguna clase. Tal vez eso debería hacernos sospechar.


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