OPINION

El curandero

Julio Fajardo Sánchez | Martes 12 de julio de 2022

He visto el debate. Más o menos lo esperado. Una medalla para el que se le ocurrió la idea del brillante doctor y el curandero. Es peligrosa, sobre todo después de sufrir a Fernando Simón y a los expertos que nunca existieron. Hay que andar con cuidado con esto de los símiles porque no se puede subir a una tribuna confesando la humildad de reconocer algunos errores y a continuación desacreditar a cualquier opinión que no coincida con la que que se exhibe como la única adecuada.

Así que después de un rato escuchando estas cosas he decidido fijarme más en el ambiente y en ese lenguaje gestual que tanto delata las actitudes de sus señorías. Es notorio el intento de Yolanda por demostrar que ella está en otra fiesta, y que, en cuanto pueda, soltará amarras para poder decir lo que le venga en gana. En ese momento empezará la auténtica crisis: cuando el Gobierno aborde el último tramo de la legislatura y los socios de la coalición se vean necesitados de explicar cuáles son las cosas que los diferencian.

El anuncio de un impuesto a las grandes empresas será solo por dos años y, lo más probable es que se quede reducido a uno, si, como dicen las encuestas,

Sánchez no repite Gobierno. No se me han escapado algunos detalle sueltos, como, por ejemplo, al referirse a la guerra de Ucrania ha dicho que apoya el derecho a decidir, lo que no deja de ser un guiño tonto a sus amigos independentistas. Putin, pandemia, volcán y hasta la nevada. Esto ya lo sabíamos. Lo sabía hasta el padre Ángel, que estaba con su bufanda roja en la tribuna de invitados.

Me llama la atención la temporalidad de ese impuesto del que aún no sabemos cuál es el tipo ni la base imponible, pero sí estamos en disposición de asegurar cuánto vamos a recaudar. Esto parece ser lo más importante para la ministra María Jesús Montero. Podría ser un argumento a la hora de presentar un recurso, pero el problema está en que la devolución de las cantidades mal cobradas sería de la responsabilidad de la nueva administración.

El discurso del presidente, basado en la reiteración del curanderismo va a producir más mofa que asombro, en unos medios que según cuenta él mismo, le han dado la espalda entregándose a intereses oscuros. Ahora ya no se le mete miedo a los niños con el hombre del saco. Hemos sacado una figura más definitoria de la manipulación posfranquista, que es la del hombre del puro.

¿De verdad cree Sánchez que toda la clase empresarial se ve representada en ese personaje caduco y grotesco? Debería preguntar a todos los profesionales, altamente cualificados en ese ámbito, si se sienten en realidad empleados del tío Gilito. Me parece muy pobre, y sobre todo muy populista esta argumentación. Y mira que ha tenido tiempo para preparársela.