OPINION

No sé de qué se trata, pero me opongo

Miquel Pascual Aguiló | Viernes 29 de abril de 2022

Existe una anécdota atribuida a Miguel de Unamuno que, entre muchas otras cosas, fue un agitador de conciencias y al que se le conoce como oponiéndose a todo, que es fiel reflejo de este espíritu. Al parecer, llegando tarde a una reunión, exclamó: “No sé de qué se trata, pero me opongo”.

En un principio, a cualquiera se le ocurriría que se trata de un juego infantil, de un juego de niños, y tal vez lo sea. El caso es que lo practican muchos adultos, que en el fondo son como niños, niños malcriados, niños maleducados, y, sobre todo, lo practican lo que se viene llamando, no sé si con acierto, la clase política.

La frase “Dime de qué se trata, que me opongo” tiene un marco preferente de actuación: los órganos deliberantes de las instituciones, y se ejerce, con frecuencia, en los plenos municipales, en los Parlamentos autonómicos, en el Congreso de los Diputados y en el Senado, y en todos aquellos órganos intermedios donde el voto es definitorio.

El juego consiste en oponerse, casi por sistema, a propuestas razonables y viables que proceden del Gobierno con el muy vulgar argumento de que se encuentran en estudio otras mejores y más completas. Esto es lo que hacen comunmente tanto el Partido Popular como VOX en el parlamento Español.

Igualmente, con argumentos más o menos parecidos, y a veces con argumentos que nada tienen que ver con el tema de que se trata (como ayer, en el Congreso de Diputados), responden los partidos nacionalistas, sobre todo los independentistas catalanes (que siempre van a lo suyo, sin importarles nada de nada el pueblo al que supuestamente representan) a los partidos que apoyan al respectivo gobierno local, autonómico o estatal. Por no hablar de la errática política que está empleando Unidas Podemos de la mano de Ione Belarra, que apunta continuamente, pero no dispara para no perder la mandurria, que no se ganan, y que se están llevando por pertenecer al Gobierno central.

Detrás de tan funesta argumentación se esconde el irracional miedo a que el adversario político se “apunte el tanto” de su propuesta en caso de prosperar.

Mientras tanto, el ciudadano, atónito, patidifuso, perplejo, estupefacto e indignado, no entiende cómo iniciativas encaminadas a satisfacer el interés general quedan en suspenso por el mero hecho de caer en un juego que escapa al sentido común y a su inteligencia.

Ayer, después de muchos tiras y aflojas, el Gobierno logró que el Congreso convalidara el Real Decreto-ley por el que se adoptan medidas urgentes en el marco del Plan Nacional de respuesta a las consecuencias económicas y sociales de la guerra en Ucrania, o sea, la convalidación de las medidas contra el impacto de la guerra para facilitar la vida a los ciudadanos.

JxCAT y la CUP, al igual que ERC, han votado en contra del Real Decreto. Estas formaciones han descartado dar apoyo a la norma de un Gobierno que “vulnera los derechos fundamentales”, un argumento falaz, no demostrado.

Pablo Echenique no ha dudado, como siempre para hacerse notar y mintiendo a sabiendas de que lo hacía, en su intervención, a la hora de agradecer a las fuerzas políticas que, “pese a haber sido espiadas”, en clara referencia a EH Bildu y PDeCAT, han optado por apoyar las medidas.

Una vez más, ha habido fuerzas parlamentarias que se llenan la boca de pretender defender a sus votantes que han rechazado un decreto que beneficia a la ciudadanía.

¿Alguno de los que han votado que 'no' quiere que se suba la gasolina a los ciudadanos, o aumente mañana la factura de la luz? Esta es la pregunta que les tendrían que hacer sus votantes, antes de volverles a votar. Quienes votaron 'no' perjudicaban a los ciudadanos con el único fin de hacer daño a este Gobierno.

La falta de coherencia, como la descrita, afecta negativamente a la credibilidad de los políticos, provoca la indiferencia de los ciudadanos hacia la actividad de las instituciones y, lo que es peor, contribuye a un incremento progresivo de la abstención en los procesos electorales.

Histriónicos, falsos y peligrosos. ¿Capisci?


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