OPINION

No todo vale en el campo de batalla

Juan Pedro Rivero González | Jueves 21 de abril de 2022

Estaba escuchando la retransmisión del último partido de futbol de la jornada que, como algunos saben, estos llegan a celebrarse los martes por la tarde. Futbol casi todos los días de la semana. Entre los comentaristas, de manera intermitente y constante, surgía, como tema de actualidad, la intervención del presidente de la Federación y de un jugador de élite de un equipo de primera división, en la celebración de la pasada final de la Copa en un país del Oriente Medio. Un negocio económico para todas las partes.

Hasta ahí, si alguien paga por celebrar en casa una final de Copa, o si alguien gestiona dicha celebración de manera que todas las categorías del futbol profesional de España se beneficien, pues ahí queda. Es la libertad del mercado y, que cada palo aguante su vela. Lo que me llamó la atención fue una apostilla de uno de los comentaristas. Creo que se trata de un exjugador de futbol. Decía algo así como que, como negocio no le parecía mal, pero que desde un punto de vista ético si había faltado un poco de coherencia.

O sea, que un negocio es un negocio y los negocios van por un carril del discernimiento social que no necesariamente es el carril ético. Que un negocio es negocio, aunque no sea ético. O sea, que el bien o el mal moral de un acto, si se trata de un negocio en el mercado de las libertades de las partes, tiene ámbitos de juicio distinto. Que no es ético que un jugador implicado lo gestione, o que el presidente de la Federación lo firme, pero que, en cuanto negocio está bien.

No sé qué pensarán ustedes, pero creo yo que, en la vida pública, incluyendo los negocios, o está presente la ética o, aunque sea legal una transacción comercial, el fenómeno desprende un mal olor tremendamente peligroso. ¿O es que no hay vinculación entre las leyes financieras de un país y la justicia, equidad, solidaridad que define el comportamiento ético? ¿Cómo es posible que lo que justifique una acción sea exclusivamente la legalidad y esté al margen de todo principio ético?

Un poco esquizoide todo esto. La norma, la ley, la ética… Habrá que quedarnos en la mera estética de un quedar bien o mal ante la opinión pública. Y este tema de actualidad que, como habrán visto, apaga la gravedad de la guerra en Ucrania o incluso el Decreto que elimina la obligatoriedad de las mascarillas en algunos espacios interiores, tiene un trasfondo muy importante.

Cada acción que emprendemos, cada acto que realizamos tiene una repercusión y ha de ser consciente, voluntario y libre. O sea, ha de ser una acción humana verdadera. Las acciones humanas son siempre responsables. Y, por ello, susceptibles de juicio ético. Un juicio que anteceda para no errar, o un juicio que descubra las consecuencias para que, si no es adecuado, no lo repitamos. No nos vale aquello de que “cada palo aguante su vela”, pues podemos acabar todos a oscuras. Tampoco vale aquello de “ande yo caliente ríase la gente”, porque podemos terminar todos congelados.

El bien comercial es bien éticamente hablando, o no es bien. Qué peligro se encierra en el lenguaje espontáneo de los comentaristas de futbol. Y tragamos, y nos vamos envenenando de incoherencia casi sin darnos cuenta. Y la garganta se va ensanchando hasta que nos quepa todo. O sea, que al final todo vale. Y todo vale, aunque no sea ético.

¡Qué peligro! No todo vale en el campo de batalla.


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