Mientras en España han entrado en vigor, este lunes, las nuevas directrices, más flexibles que las anteriores, de vigilancia y seguimiento de los casos Covid, en China, país donde surgió la amenaza epidemiológica, el camino que se recorre es justamente el inverso: el gobierno de Pekin ha decretado el confinamiento de los 26 millones de habitantes de Shanghái
La capital financiera y económica de China soporta, por primera vez desde la irrupción de pandemia, una situación de confinamiento generalizado, con el objetivo de contener, en la medida que resulte posible, la ola de nuevos casos positivos de coronavirus.
Desde Pekín, se han dado instrucciones para que el confinamiento se desarrolle en dos fases. En una primera etapa, afecta, desde este lunes y hasta el próximo viernes, 1 de abril, a los habitantes de Shanghái que residen en las zonas situadas en una de las orillas del río Huangpu; en un segundo periodo, a partir del primer día de abril y hasta el 5, el aislamiento corresponderá a los residentes de la otra orilla.
Mientras estén en vigor estos nuevos protocolos, los ciudadanos de Shanghái (dentro de las fechas que les correspondan, en función de la zona en la que se hallen empadronados) deberán permanecer obligatoriamente confinados en sus domicilios salvo que se trate de funcionarios, trabajadores o profesionales que dispensan servicios considerados esenciales. Además, todos los hombres y mujeres que residen en Shanghái deberán someterse a diversas pruebas PCR para determinar su estado epidemiológico.
De hecho, si un habitante empadronado en esta gran urbe china pretende abandonar la ciudad, utilizando el avión o bien los servicios ferroviarios, tendrá que presentar una de estas pruebas, con resultado negativo, la cual deberá haber sido efectuada dentro de las 48 horas anteriores al desplazamiento.
La medida ya se había implantado en algunos puntos geográficos de Shanghái, concretamente los que registraban un mayor número de casos positivos, pero en ningún caso se había generalizado a la totalidad del entorno urbano.
Como consecuencia de esta drástica normativa, los habitantes de Shanghái se han encontrado, este lunes, con una ciudad cerrada a cal y canto. Por una parte, los peajes de los autopistas han dejado de prestar servicio, dado que, salvo en casos excepcionales, se halla completamente prohibido circular en coche privado. En cuanto al transporte público, ha sido cancelado en todos los distritos.
Para evitar la absoluta paralización de la actividad económica y laboral en el centro financiero de China, el Gobierno ha enviado a la población el mensaje de que las empresas recurran al teletrabajo como fórmula sustitutoria.