Entre los vínculos más valorados en las encuestas de opinión, desde siempre y en cualquier rincón, los lazos familiares ocupan el primer lugar. Se pregunte como se pregunte, el primer puesto en nuestra valoración es la familia.
Contemplar la extraordinaria realidad de la familia, tan necesaria para una sociedad saludable, es el marco de la Navidad, es el escenario al completo; todos los personajes del Belén son una familia. Es lógico, por tanto, que los cristianos continuemos las fiestas de la Navidad con la fiesta de la Sagrada Familia. La pobreza extrema del Niño Dios tuvo el colchón de una familia.
De hecho, los encuentros familiares, las comidas de familia son, sin duda, el turrón de las navidades. Cuando la fiebre adolescente de independencia se enfría, volvemos a sentir que nuestras alegrías merecen un hogar; necesitan un hogar. Hay un calor noble imperceptible, acolchando la sangre que nos vincula, en el marco de nuestra familia. Siempre es el valladar defensivo de nuestras derrotas al que acudimos después de haber prefabricado barricadas de libertad. Siempre se vuelve a casa.
La familia siempre permanecerá. No habrá forma de destruirla sin destruir al ser humano, porque siempre la vida vendrá envuelta en el marco de una familia. Pasará innumerables situaciones, incluso la atacarán; pero su urdimbre es natural, responde a la naturaleza humana de tal manera que siembre renace de todas sus cenizas. Tendrá todas las caras culturales que surjan como consecuencia del dinamismo social, pero siempre regresará al escenario como los ríos al mar; la gramática de la verdad.
Tan importante es la familia que basta observar los desajustes de una persona para imaginar las heridas que ha tenido en su origen familiar. Lo descubren los docentes con su experiencia acumulada y lo describen los psicólogos de una manera científica. Uno echa en falta que, entre tantos ministerios, no haya uno que asuma la protección, el cuidado y promoción de la más importante célula de la vida social. La actualidad la ha relegado a un espacio dentro de los Servicios Sociales, en el mismo paquete de Infancia, Programas Sociales, ONG’s y Voluntariado. Como si las grandes decisiones en sanidad, educación, obras públicas o hacienda no tuviesen una influencia directa y principal sobre la familia. Igual son majaderías mías.
No se trata de la defensa de un modelo de familia particular a toda costa, pues las familias son organizaciones formadas por personas, y las personas somos todas diversas, distintas, diferentes. Y cuando la diferencia de suma las organizaciones que surgen son también peculiares. Pero hay un principio común, raíz, accesible racionalmente, derivado de su misma naturaleza humana, que promueve lo humano, que ha de ser defendido, cuidado, promovido.
Esta realidad natural, interdisciplinarmente estudiada por tantos saberes y tantas personas, en su peculiaridad concreta, necesita ser amasada como el buen pan con la levadura del amor mutuo y fraterno. A esto sí que nos lo muestra el hecho de que Dios haya nacido en una familia humana peculiar y concreta que, por eso mismo, a todos nos sirve de modelo.
El cuidado de la Casa Común comienza por la casa de cada uno.