OPINION

La raza superior

Francesca Jaume | Lunes 02 de agosto de 2021

Mientras que se suspenden los ensayos en personas de la vacuna desarrollada por el Centro Nacional de Biotecnología por falta de autorización de la Agencia Española del Medicamento, la inoculación general de la sociedad avanza sin los sobresaltos vividos durante los cuatro primeros meses del año. La población joven ha respondido de manera satisfactoria a la llamada de la sanidad pública y, entre esto y que se están suministrando las segundas dosis a la población de 60 a 69 años, todo indica que la previsión de inmunización anunciada por el jefe del ejecutivo español Pedro Sánchez se va a cumplir. Muchos reticentes iniciales a vacunarse por miedo a los posibles efectos adversos finalmente han accedido al comprobar que el virus provoca mucho más escabechina y efecto secundario que la Pziser, Moderna, Jansen o Astrazéneca.

El debate está en si imponer, como han hecho los franceses, restricciones de acceso a determinados espacios cerrados, como por ejemplo los restaurantes a las personas que no han recibido la pauta completa de vacunación. El punto espinoso del debate es en torno a aquellas personas que, aun teniendo la voluntad de vacunarse, no lo han podido hacer por motivos de salud. No parece que se obre en justicia imponerles prohibiciones por una situación que ellos no han buscado.

En un grupo aparte están, por supuesto, los antivacunas. Aquel colectivo a quienes los demás les parecemos tontos por no tener una capacidad intelectual superior ni alta formación especializada como para saber que la vacuna es un invento macareno que sólo sirve para engrosar el bolsillo de los propietarios de las farmacéuticas. Tampoco hemos aprendido en los cursos intensivos del Centro de Estudios Superiores Google-Youtube y a través de material de consulta de la biblioteca Whastapp, que el SARS-CoV-2 fue creado por los chinos para que todos nos gastáramos un dineral en sus mascarillas, que por supuesto no sirven de nada. Pero de todo ello, lo más importante es que este grupo privilegiado de personas tienen información de los servicios secretos de los estados y saben que ni el número de contagiados ni el de fallecidos es el que nos dicen, simplemente es una estrategia política para podernos tener completamente controlados.

Estas personas que poseen el don de la clarividencia han de poder acceder a todos sitios, sólo faltaría. Están protegidos, por algo nos hemos vacunado los demás.


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