OPINION

Siguiendo los pasos de Italia

Carlos López | Martes 13 de julio de 2021

La reciente noticia de la muerte de la famosa y carismática cantante Rafaella Carra me ha hecho acordarme de nuestros vecinos italianos y de su situación económica que no he podido evitar compararla con la de nuestro país.

Recuerdo perfectamente la época gloriosa de Italia en los 90 en cuando Laura Pausini y Eros Ramazzoti eran fenómenos internacionales y muy conocidos en España. En esa época la economía italiana, con su industria de automóviles y de ropa, era líder en Europa consiguiendo que sus ciudadanos tuvieran una de las rentas per cápita más altas, más ricos incluso que los ingleses. El cambio al Euro les hizo perder su capacidad de devaluar la lira que era realmente lo que les hacía competitivos en precios, pero también la irrupción de China como la nueva fábrica del mundo hizo que Italia interrumpiera su continuo crecimiento e iniciara una etapa de crisis y de degradación que a día de hoy todavía no ha conseguido remediar.

Hoy Italia es el 5º país más endeudado del mundo con una deuda del 150% del PIB y probablemente uno de los más burocráticos lo cual consigue que cada año el país pierda competitividad. También está ausente en la carrera de la innovación, pero lo que más preocupa es su inestabilidad política y la omnipresente clase política y funcionaria que domina claramente el país como si de una nueva clase social se tratase, podríamos estar hablando de la burguesía política dado que sus miembros gozan de unos privilegios y de unas condiciones salariales blindadas que en muchos casos son superiores en un 20% a las del sector privado. En los últimos 10 años Italia ha tenido 7 presidentes y la media de los mandatos es de 2,5 años. Muchos de ellos gobernando en coalición de la misma forma que está ocurriendo hoy en España. La inestabilidad política junto con la proporción o desproporción mejor dicho de su aparato político con 950 parlamentarios ha conseguido que nuestros primos sean un país a la deriva que además la crisis covid no ha hecho más que empeorar la situación.

Desde febrero del 2021 el popular Mario Draghi, expresidente del banco central europeo, es, en coalición, el nuevo presidente de Italia. Sobran presentaciones para este señor que algunos lo llaman super Mario desde su famosa intervención “whatever it takes” con la que consiguió estabilizar el Euro en una de sus crisis más graves. El Sr Dragui ha puesto en marcha un plan extraordinario de inversiones de 222.000 MM de Eur con el que pretende reconstruir Italia como si después de una guerra se tratase, pero también, que es lo que va a marcar la diferencia, pretende adelgazar el aparato político en casi una tercera parte recortando 354 congresistas. Su aparato político es claramente superior al de España y parece que de forma valiente van a empezar con el recorte pudiendo llegar a ahorrar 1.000 MM de Eur en 10 años. También quiere bajar los impuestos y conseguir reducir la burocracia. Será muy interesante seguir la gestión del Sr. Draghi y observar sus progresos y la segura confrontación pública que provocarán los recortes.

Y es revisando la situación de Italia y su última década cuando me doy cuenta de que todo me suena muchísimo y me parece que nosotros, los españoles, vamos por el mismo camino y tan solo un par de pasos por detrás. Durante esta crisis covid hemos podido comprobar cómo los funcionarios (no me olvido del papel de los sanitarios) han vivido la incertidumbre de forma muy diferente desde la seguridad de sus contratos, como además corroboran los bancos que los consideran el mejor perfil de cliente a la hora de conceder hipotecas. El gobierno de Sánchez sigue batiendo récords en el gasto de cargos elegidos a dedo y ambas cosas no son casuales. El engordar el aparato político creando una nueva clase social de funcionarios leales y un ejército de asesores a dedo son acciones de una misma estrategia que no es otra que la de perpetuarse en el poder. Lo que pasa es que está ocurriendo de forma sigilosa y habrá que ver hasta dónde nos lleva este tipo de gestión política. Italia, con la valentía y convicción de Draghi, ya está iniciando un cambio de dirección en su modelo de política populista, burocrática e ineficiente, pero me da la impresión de que nosotros aún no hemos tocado fondo o a lo mejor no tenemos la suerte de toparnos con un "SuperLópez" que nos haga cambiar de dirección.


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