OPINION

Atraco con recibo

Marc González | Viernes 18 de junio de 2021

Imagínense que pasean por nuestra antaño hermosa ciudad y que, gracias a la 'nueva normalidad' que vivimos en materia de seguridad ciudadana, son atracados por una de las muchas bandas de delincuentes interculturales que proliferan y son tan amablemente acogidos por nuestras autoridades -la banda de la ONU, los sustractores de relojes de lujo, los carteristas disfrazados de turistas, los de los abrazos, etc.-, pero que, tras perpetrar su fechoría, los ladrones se entretienen en elaborar un recibo a su nombre con detalle de cómo se va a repartir el botín entre los miembros de la banda.

Dejen de imaginar. Si han visto la nueva factura eléctrica, de la que sus autores intelectuales tienen la desfachatez de hacer publicidad, lo anterior les parecerá incluso de lo más lógico y natural. El progreso consiste en que ustedes tienen que gastarse un dineral sustituyendo las viejas y entrañables bombillas incandescentes de filamento de tungsteno por eficientes bombillas led -que, aunque les digan lo contrario, duran menos de la mitad que aquéllas- para acabar pagando la electricidad a más del doble del precio que pagaban hace diez años. Consumen mucho menos, pero las eléctricas les suben la factura, mientras con los kilovatios que ustedes liberan pueden ampliar su mercado a coches eléctricos y tranvías progres.

Ahora, además, con la nueva tarifa de tramos -una estafa dentro de un atraco- el precio medio del kW/hora en España va a alcanzar la media de los países europeos donde la electricidad es más cara -Irlanda, Bélgica o Alemania-, con la salvedad de que también somos el país que más grava -con IVA e impuestos especiales- el recibo de la luz, con lo que al sufrido ciudadano español no solo le sablean las eléctricas, sino que el Gobierno se suma encantado al latrocinio, pues cuanto más cara es la electricidad, más recauda para seguir manteniendo ministerios y subsidios con los que nos tiene adecuadamente domesticados.

Porque, aunque Irlanda tenga el precio más caro del kW/h, su gobierno tiene al menos la decencia de aplicar -permanentemente- un IVA reducido del 13%, mientras que Italia, Portugal y otros socios comunitarios aplican tipos mínimos, al menos a los tramos básicos de los consumidores domésticos.

El gobierno progre, el salvador de los menesterosos y proletarios, en cuyo seno hay una ministra -la ínclita Irene Montero- con una florida hemeroteca mechada de declaraciones incendiarias contra las eléctricas -cuando estaba en la oposición, claro-, se postra genuflexo ante las compañías en las que antiguos gerifaltes socialistas -y del PP, claro-, recolocados, deciden cómo atracarle a usted y a mí.

Y solo ahora, cuando detectan que el descontento ciudadano va en aumento -los próximos recibos van a ser de escándalo- y tras la chirigota y los memes de lavadoras y planchas nocturnas, nuestros diligentes gobernantes se comienzan a plantear una rebaja -temporal, no se hagan ilusiones- de los impuestos que gravan la electricidad, pero solo para evitar el motín.

Sánchez pretende que una clase media española cada vez más vulnerable y golpeada por los efectos de la pandemia acelere una recuperación económica con un incremento salvaje de los precios de la energía eléctrica y los combustibles. Definitivamente, los ladrones nunca tienen suficiente mientras la víctima tenga algo en el bolsillo. Eso sí, le expiden una factura con gráficos de colorines.