Esta es la mayor manifestación provida que hemos oído esta semana en nuestro país. Es el grito de los diputados de Vox en el Congreso al haber sido aprobada una de las leyes más injustas en nuestra democracia, claro está, al mismo nivel que la del aborto
La nueva ley de eutanasia nos aleja de lo más importante, que es dar respuesta real a muchas personas que sufren porque no hay cuidados paliativos suficientes.
Ante la reciente aprobación, quiero manifestar rotundamente que esta práctica atenta directamente contra la vida de cualquier persona, la cual tiene derecho a recibir los cuidados paliativos necesarios para el alivio de su sufrimiento, pero, en ningún caso, a que se elimine su vida
Considero que la única respuesta ética aceptable ante el final de la vida son los cuidados paliativos, que ni precipitan deliberadamente la muerte, ni prolongan innecesariamente la agonía, sino que cuidan al enfermo, aliviando su dolor mientras llega la muerte.
El proyecto es inconsistente en su misma esencia. Si consideramos que debe primar la autonomía, no tiene sentido restringir la aplicación de la eutanasia a determinadas situaciones clínicas.
La experiencia nos demuestra que la introducción de una ley para la eutanasia es siempre la mejor manera de destruir a personas que sufren discapacidad, alterando sustancialmente la supuesta razón humanitaria de la ley.
Legislar sobre la eutanasia antes de haber legislado sobre una atención adecuada al final de la vida con cuidados paliativos para eliminar el sufrimiento del enfermo, creo que puede llegar a ser una irresponsabilidad política.
Del mismo modo es patente la contradicción del proyecto si entendemos que el objetivo de la eutanasia es no prolongar el sufrimiento. Si esto es así, ¿por qué habría que excluir de la eutanasia a personas que no estén capacitadas para dar su consentimiento?.
La verdadera línea de trabajo a seguir por nuestros gobernantes debería ser la del completo desarrollo de los cuidados paliativos y de los programas para el paciente crónico que garantizan una vida digna a la persona.
La derogaremos , sin duda, porque la dignidad intrínseca de toda vida siempre prevalece en una sociedad justa y solidaria.