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Jóvenes en paro con perspectiva de género

viernes 05 de febrero de 2021, 12:10h
Por Javier Quesada Fariña

Hoy vuelve a salir el sol en nuestra España, como todos los días desde que nuestro país es nuestro país. La gente sigue dando los buenos días, aunque ahora con distancia y mascarillas, y los ciudadanos de nuestra nación, sean del norte o del sur, siguen tomándose su respectivo café mañanero en su bar de siempre. Hay cosas que nunca cambian. Y es que da igual a qué parte del resto de Europa -¡o del mundo!- vayas, nos siguen conociendo por lo que nos ha caracterizado toda la vida: buen clima, playas, gastronomía, Rafa Nadal y paro, mucho paro.

El no poder encontrar empleo es oficialmente deporte nacional, que nos sitúa año tras año en el podio con su categoría estrella: el desempleo juvenil. Cada vez son más los jóvenes que ven frustradas sus expectativas de futuro por no recibir la oportunidad de materializar los años y años de esfuerzo, constancia y perseverancia en sus estudios. Sus títulos se van acumulando poco a poco en una carpeta, mientras que el contador de su experiencia laboral (la que generalmente se exige para poder encontrar trabajo, por cierto) sigue a cero.

Es oficial, según datos de Eurostat de diciembre de 2020, España es el país de la Unión Europea con más paro juvenil, con un estremecedor 40,7%. Nos encontramos por encima de países como Grecia, Italia, Portugal, Rumanía, Croacia o Chipre. Sin embargo, ¿es mejorar este problema la prioridad del Gobierno de España, o de los jóvenes españoles siquiera?

En las últimas elecciones generales del 10 de noviembre de 2019, el pueblo español, y por tanto gran parte de la población situada por debajo de los 25 años, se pronunció sobre cuáles eran sus preferencias políticas. Hablaron con papeleta en mano y lo dijeron bien claro: “queremos progresismo”, y eso tenemos ahora. Querían un gobierno edulcorado, de buenas palabras y de apariencia bonita. Pidieron a gritos un gobierno centrado en resolver los problemas de pequeñas minorías proyectadas como si fueran el grueso de la población, mientras la mayoría de ciudadanos jóvenes realmente desprotegidos siguen a la intemperie. Exigían perspectiva de género e igualdad, y lo han conseguido, porque la juventud sigue sin trabajo, sean hombres o mujeres, «todes».

Cada día son más los comercios que echan el cierre definitivo, y no parece que esto vaya a mejorar en un futuro próximo. Con una caída de nuestro PIB de hasta el 11,1%, y un déficit público del 11,7%, la esperanza de nosotros, los jóvenes, de tener un futuro laboral pasa por dos palabras: reformas y gestión.

Es momento de reclamar un giro de 180 grados, una transformación urgente y contundente. Es momento de requerir el cierre de ministerios derrochadores que tienen como única finalidad la propaganda y el marketing. Es el momento de negarnos a ver cómo se adjudican decenas o cientos de miles de euros a llevar a cabo estudios sociales sin sentido ni propósito. España necesita, y ya, destinar sus limitados fondos a ayudar a quienes mueven la economía y generan riqueza y empleo en nuestro país; a los pequeños comercios, a los hosteleros, a los autónomos… Al fin y al cabo, si todos ellos desaparecen, ¿quién sacará a la juventud de la inmensa cola del paro?

La crisis económica derivada de la COVID-19, será la segunda a la que nos enfrentamos en menos de 20 años. No obstante, siempre hemos demostrado entereza a la hora de labrar nuestro camino. Confío en que la misma dureza con la que se nos ha tratado en estos años, sea la que usemos para exigir todas nuestras reivindicaciones. Porque sí es verdad que hay cosas que parece que nunca cambian, pero para eso estamos nosotros.

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