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¡Tocado pero no hundido!

Por Miquel Pascual Aguiló
viernes 13 de noviembre de 2020, 05:00h

La elección presidencial estadounidense celebrada el pasado día cuatro dejó tocado al aun presidente Trump, pero se equivoca quien crea que está hundido.

Ha sido una derrota que ha marcado a fuego a Trump, pues ha demostrado que es posible hacer morder el polvo de la derrota a los soberbios, engreídos, arrogantes y altivos por más dinero y poder que tengan. Derrota que no va a perdonar ni olvidar, porque si en algo no le gana nadie es a polémico, megalómano y vengativo.

Lleva años moviéndose en el pantanoso, corrupto e inmoral ambiente de crisis, en el que se mueve como pez en al agua, y aunque nunca antes había estado en una situación como esta, debemos reconocer que Donald nunca, en toda su vida, ha ganado nada legítimamente, y que es el tipo de persona que piensa que incluso si robas y haces trampas para ganar, mereces ganar.

Con los antecedentes que tiene es fácil deducir que no va a ceder, como tampoco va a participar en las actividades normales que garanticen una transición pacífica, y lo hará con ganas de vengarse.

Va a atacar con todo lo que tenga a su alcance. Irá tan lejos como pueda para deslegitimar a la nueva administración. Luego, aprobará indultos que nos desmoralizarán, hasta puede autoindultarse, y firmará una serie de órdenes ejecutivas.

Seguirá en la Casa Blanca mientras pueda gobernando como ha hecho hasta ahora en los negocios y como presidente, como un mentiroso descarado, machista y agresivo, convencido de que tiene el derecho natural de hacerlo. No es solo un payaso, como algunos lo quieren presentar; además, es un completo ícono representativo de esa impune insolencia bravucona, un exponente más de esa ideología que cada día acoge a más adeptos.

Baste una frase para corroborar lo dicho. Donald Trump levantó la polémica con un exabrupto cuando, siendo precandidato republicano a la presidencia, el 27 de enero de 2016, y en un acto de campaña en la ciudad de Sioux Center, en Iowa, dijo: “Tengo a la gente más leal. ¿Alguna vez habéis visto algo así? Podría pararme en mitad de la Quinta Avenida y disparar a gente y no perdería votantes”.

Al motivo de entorpecer lo más que pueda la victoria de Joe Biden, deslegitimar a la nueva administración aun antes de su toma de posesión, desquitarse con quien crea que le ha fallado, y vengarse de una más que humillante derrota para un ser ambicioso, engreído y vanidoso como es Trump, hay otro motivo para él tan importante o más que la venganza, y que al mismo tiempo forma parte de la venganza.

Trump, en el más que probable caso de que su pataleta judicial de niño mimado no le dé resultado, tiene pensado lograr que el partido republicano vuelva a nominarle como candidato a presidente para el año 2024.

Para ello empleará los dos meses y siete días que quedan para la toma de posesión del nuevo inquilino de la Casa Blanca para actuar como ariete contra el Partido Demócrata, hacerse publicidad a costa del erario público, y conseguir que, caso de que hubiera alguien que quisiera presentarse, renuncie ante la actitud avasalladora de Trump, mientras consigue apoyos para su candidatura a base de comprar voluntades. ¡Poder y dinero tiene para ello!

Puede salirle bien la jugada. ¿Capisci?

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