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Hay vida en Venus

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 17 de septiembre de 2020, 06:00h

Se llama “fosfina” el gas descubierto en la atmósfera del planeta Venus. Por lo visto se trata de un gas producido por microbios. Lo que supone la posibilidad de presencia de vida en dicho planeta. Descubrir vida fuera de nuestro planeta ha levantado muchas expectativas.

Recordaba, en paralelo, la publicación del libro de John Gray bajo el título “Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus”. Este libro es una ayuda para que las parejas se conozcan mutuamente y, conociéndose, puedan mejorar la convivencia y la relación. No sé si este nuevo descubrimiento astrofísico hará que se modifique el contenido del texto, pero es la primera relación que surgió en mí ante la noticia de la fosfina.

Lo que sí sabemos con certeza meridiana es que aquí, en el planeta Tierra, en nuestro planeta, hay vida. Y pensaba en el nuevo proyecto de ley que se trabaja en el Congreso de los Diputados sobre la Eutanasia. La vida es un tesoro, en Venus y en la tierra. La vida es un derecho humano fundamental; diría que la vida es raíz de todos los derechos humanos, pues si no estamos vivos, ¿qué derecho se puede reclamar? Y los derechos humanos no se conceden por parlamento alguno, sino que son reconocidos por ellos.

Estos paralelismos son interesantes para reflexionar. La alegría de la ciencia por el descubrimiento de posibilidad de vida en otros planetas contrasta con el descuido de otras vidas. Y cuando se trata de la vida humana el contraste es aún mayor y de mayor elocuencia reflexiva. Abrimos los ojos por la vida lejana y somos indiferentes ante el descarte de la vida próxima. Cuidamos las especies en vía de extinción con obsesión compulsiva y somos indiferentes con la vida dolorida del enfermo crónico y terminal. Esta indiferencia nos confunde e impide en nosotros la misma capacidad de distinguir entre el cuidado al final de la vida con el desarrollo de los cuidados paliativos, y la eutanasia que es la eliminación de la vida, la acción positiva por eliminar la vida en su etapa final.

Defendemos la vida en general y la vida de los animales, sin darle la misma importancia a la vida humana. ¿Qué nos pasa para que se genere en nosotros esta indiferencia tan atroz en torno a las vidas que están en debilidad? Un niño es un niño, un ser vivo es un ser vivo, en cualquier estadio de su evolución humana. No existe mayor valor a los 30 años que a los 6. Ni a los 40 es la vida más valiosa que a los 80. Toda etapa vital es la etapa biográfica de un ser vivo que es humano. Aunque la enfermedad límite sus destrezas y sus capacidades intelectuales, un humano vivo tiene derecho a que se defienda su vida y se proteja, se cuide y, por supuesto, se evite su dolor y sufrimiento con los medios que la ciencia nos ha ofrecido.

Esperamos que no sean los motivos económicos de utilidad los que primen a la hora del discernimiento. Porque la utilidad de un microbio extraterrestre no es mayor que la de un feto de 2 meses, o un anciano o un enfermo terminal, tenga la edad que tenga.

En Venus puede haber vida; pero en la Tierra, con toda seguridad, la hay.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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