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Empieza el curso y el Gran Reinicio

Por José A. García Bustos
sábado 12 de septiembre de 2020, 02:00h

Tras medio año y casi una eternidad, vuelven los alumnos a las aulas con los consabidos cambios que provoca el virus. A los jóvenes se les hace raro hablar en el patio con mascarilla a un metro y medio de distancia.

Aun siendo estos cambios importantes, no dejan de ser puntuales. Al menos, mientras dure la pandemia. Un cambio más profundo se requiere en unas aulas y contenidos que, en su planteamiento fueron definidos durante la Primera Revolución Industrial mientras que estamos entrando de lleno en la Cuarta.

La próxima Cumbre de Davos del próximo mes de enero, en la que las mentes pensantes debaten sobre los designios del mundo, el tema central va a ser el Gran Reinicio y la entrada en la Cuarta Revolución Industrial. Pero, reiniciar ¿el qué?

Hablan de un nuevo contrato social. Aquel en el que la sociedad se centre en la dignidad humana y el progreso social y no queden descolgados respecto al desarrollo económico.

En un mundo en el que en un museo admira una entrepierna femenina dibujada sobre un lienzo hace más de 150 años pero obliga a tapar el escote de una visitante o, en el que la Fiscalía ve machismo en las señales de tráfico, aunque se vea a un colegial mayor acompañando a una colegiala (o colegial con coleta) menor (probablemente su hermano al ir corriendo y cogidos de la mano) parece que el mundo necesita un poco de orden. Es cuestión de tiempo que la propia Fiscalía vea racismo en las señales al ser monigotes pintados de color negro o apología del comunismo por ser el borde de color rojo.

Pues bien, ahora que, según los organizadores de la cumbre de Davos, el virus ha precipitado la cuarta revolución industrial, las aulas deben preparar a sus estudiantes para lo que les viene y no para lo que fue y no volverá. Lo que nos viene. Un mundo más verde y concienciado con la escasez de los recursos y cuya evolución próxima se caracterizará por la desaparición de los límites entre lo físico, lo digital y lo biológico. Las áreas que nuestros hijos van a ver crecer en el futuro (su presente cuando se incorporen al mercado de trabajo) serán la robótica, la blockchain, la biotecnología y la nanotecnología.

Hacia ese futuro se debe orientar la educación, dejando atrás la creación de trabajadores en serie con baja presencia tecnológica, dedicados a tareas de baja productividad o con las aulas distribuidas en las que durante todo el curso se ve el cogote del compañero de delante y observan al profesor escribiendo en la pizarra, por muy digital que sea. Es necesaria una educación con una presencia importante de las humanidades para favorecer el desarrollo del lenguaje y el pensamiento, de la emprendeduría, de las finanzas personales y del aprendizaje de lenguas extranjeras.

Desde aquí deseo un buen inicio de curso para nuestros adultos del futuro aunque, sobre todo, para los docentes, que tienen el reto de educar en un entorno que complica la enseñanza pero que, con la vocación que les caracteriza, suplirán las hostilidades que supone el virus para el futuro laboral y empresarial de nuestros hijos. Nuestro futuro.

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