Caos y fraude. Una vez más, después de seis horas de consejo, Sánchez sale a la palestra para endosarnos una hora de mercadotecnia, narcisismo y palabrería hueca. Ha intentado engañar a la OCDE y sigue pretendiendo engañar a todos los españoles con un plan que si una virtud tiene es su abstracción, su indefinición. No se trata de que lo aventurado, muy nerviosamente, por cierto, sea un alarde para conducirnos hacia “la normalidad”, con medidas difusas y llenas de sirope caducado. No, eso no está en el meollo de un inaudito plan rebozado de marketing socio-comunista. No, la verdadera sustancia que impregna la multitud de palabras del presidente es que, si “no va bien”, la responsabilidad no será suya, ni de su gobierno, sino del padre de familia, del niño, del ciudadano corriente que ha salido a la calle, al trabajo, al cine, sin adoptar las medidas preventivas adecuadas. Este es el nuevo fraude detrás del cual se esconde un gobernante que está convirtiendo el encierro, llamado confinamiento, en la terapia de toda la población, sin medidas complementarias adecuadas. Ni mascarillas, ni batas, ni respiradores, ni muchísimo menos test. Es más, no solamente miente a la OCDE, sino que gobiernos socialistas los prohíben a las clínicas privadas, cuando no requisan las partidas del material. No hay alternativa a las decisiones del comité de expertos, ahora convertido en un conglomerado de políticos y mercenrios que han llevado a España a ser la segunda nación en el mundo con más muertos por millón de habitantes, después de EE. UU., mientras Nueva Zelanda da por “eliminado” el contagio. Sin tomar en consideración que Alemania, Noruega, Finlandia, Islandia, Dinamarca, Taiwán nos llevan millones de test de adelanto y caminan hacia la eliminación de la pandemia. Será que todos esos países están gobernados por mujeres que dedican sus esfuerzos al bien común y no a destrozar el idioma, a morder a policías, a manifestarse en plena expansión del virus.
Un supuesto plan, volátil y cambiante, que, incluso desde la modestia intelectual, se anuncia ineficaz en lo conocido, mientras se intuye fatal en lo desconocido. Ponerse en lugar del propietario de un bar, de un restaurante, que ya ha sufrido la restricción municipal de su terraza, y comprobar que sus diez mesas podrán ser ocupadas por tres clientes o por cinco, como máximo, durante un mes más, es tanto como anunciar la defunción de su empresa. No le vale la pena abrir ya que los ingresos que puede obtener no alcanzarán a cubrir sus gastos. Y entretanto se mantiene tal panorama, el gobierno no paga ni ERTES, ni firma avales, ni aporta esperanza alguna, sino que lanza “bulos” de incrementos fiscales para sociedades, para autónomos, para asalariados e incluso apropiación de los ahorros. Mientras tanto, declara Formentera como pionera en el desconfinamiento, pero no contempla cómo se podrá llegar a ella. Como tampoco señala cómo ni quién podrá ocupar ese porcentaje de hotel, sin zonas comunes, sin poder salir de la provincia. Mallorca y las restantes islas, son un gueto para alemanes, ingleses, italianos, ante la no anunciada apertura de los aeropuertos y puertos. Ni tan siquiera se ve en el horizonte una política de recogida de datos preventivos ya que los test son materia reservada para el comité de técnicos de propaganda y marketing.
Tal panorama intuido y no visible, tiene una vía de escape, de esparcimiento, de distracción; el futbol. Ya se decía de Franco que era el medio que utilizaba para tranquilizar a la ciudadanía. Pues bien, el Comité de políticos ha copiado el sistema y ha decidido abrir la espita futbolística para solaz de los españoles que soportan la terapia del encierro. Es el pan y circo romano, adecuado al siglo XXI. La duda está en si será entretenimiento suficiente para los 8 millones de parados y los treinta mil sanitarios contagiados. Aunque es absolutamente seguro que no lo será para los más de treinta mil muertos, fruto de la mayor de las imprevisiones y ceguera interesada del gobierno social comunista.
Fauda, es decir, caos en árabe, la lengua mayoritaria de los musulmanes tan admirados por nuestras ministras. Fauda y fraude. El núcleo duro de socialistas, con ministros aparcados, y comunistas, patricios de un inepto cliente déspota, se dispone a regir la vida de todos los españoles, mientras va gritando que es necesario la unidad, que de esta situación saldremos juntos. Sin embargo, esconde planes, proyectos, análisis, contratos públicos, a toda la oposición, a los medios de comunicación. Y lo hace por la sencilla razón de que no puede enseñar una baraja manipulada que usa para cambiar las reglas del juego a su voluntad. Una voluntad que no es sino el cambio de régimen, el establecimiento de un sistema en el cual lo público sea lo único válido, en el cual los hijos no sean de los padres, en el cual el libre mercado sea sustituido por una imposición estatal. Es decir, la implantación del comunismo con los planes quinquenales paridos por ese politburó creado por el peor gobernante que ha tenido España. Leer la prensa extranjera es confirmarlo. Incluso un periódico de Santo Domingo da gracias a Dios que no tienen a Sánchez como presidente.
Y todo ello no es más que el principio. El caos irá a más a partir de alcanzada la “normalidad”, supuestamente gracias a un plan que rezuma improvisación y despotismo por todos sus costados. Habrá que ir pensando en tomar medidas ante la alucinación de un fraude que se está convirtiendo en tradición.