Lecciones de la pandemia (II)
martes 21 de abril de 2020, 04:00h
Esta pandemia nos ha demostrado la importancia de los sistemas de vigilancia y detección precoz de brotes inhabituales de infecciones, susceptibles de convertirse en epidemias. Los expertos nos han explicado como el sistema de vigilancia y seguimiento epidemiológico de la gripe de esta temporada 2019-20, detectó ya en febrero un inusual pequeño pico de remonte en el número de casos, cuando la curva ya estaba en plena bajada. Este fenómeno es extraño en el comportamiento de la onda epidémica de gripe, pero no se le dio en su momento especial relevancia.
Ahora, los expertos interpretan como hipótesis más posible, que se tratase ya de casos de Covid19, diagnosticados en ese momento como gripes y que produjeron ese desacostumbrado repunte en la curva de descenso de los casos. Una de las consecuencias de esta pandemia debería ser el reforzamiento de los sistemas de vigilancia, para mejorar la función de alerta y detección rápida de procesos inusuales potencialmente epidémicos, creando una red coordinada y haciendo uso de las herramientas informáticas que hoy en día están disponibles para el procesado de grandes volúmenes de información y detección de patrones que pueden no ser evidentes en las primeras fases de evolución de los mismos. Y es igualmente importante participar de proyectos internacionales dedicados a la vigilancia y detección de virus que pueden pasar de los animales a la especie humana y tienen potencial para producir epidemias locales o pandemias, como el proyecto PREDICT del programa de Estados Unidos “Emerging Pandemic Threats” (Amenazas de Pandemias Emergentes) o el Global Preparedness Monitoring Board de la Organización Mundial de la Salud.
Otra lección que debemos aprender es la de la importancia de la investigación científica para combatir las epidemias y, en general, las amenazas a la salud individual y colectiva. Cuando aparece una crisis económica, uno de los primeros ámbitos en los que se producen recortes presupuestarios es el de la investigación y la formación de investigadores. Craso error que no deberíamos volver a cometer, al contrario, los recursos dedicados a la ciencia deberían aumentarse y en nuestro país en concreto, en el que precisamente es en investigación sanitaria en lo que destacamos de un modo especial, no deberíamos rebajar los fondos a ella dedicados, como hicimos en la crisis del 2008, sino mantenerlos e, incluso, incrementarlos.
Otra lección de esta pandemia es el maltrato a que estamos sometiendo al planeta y sus sistemas naturales. La expansión desmesurada y descontrolada de nuestras actividades por todo el planeta, la contaminación global que provocamos y el cambio climático derivado, están tensionando la vida de muchas especies, llevando a la aparición de estrés inmunológico y enfermedades infecciosas, lo que lleva al salto de algunos de estos microorganismos hasta nosotros, favorecido por el contacto mucho más frecuente entre dichas especies salvajes y nosotros.
La contaminación mutua entre los animales y los seres humanos ha ocurrido desde siempre, pero ahora lo está haciendo con una frecuencia sin precedentes. La gran mayoría de las especies víricas nuevas que se han encontrado en infecciones humanas en las últimas décadas son de origen animal, pero también se observan con frecuencia creciente infecciones bacterianas y parasitosis transmitidas a nosotros desde los animales. Debemos empezar a considerar seriamente cuáles han de ser los límites de nuestra expansión territorial, y a respetar el espacio que dejemos a las especies con las que compartimos el planeta y diseñar una red de corredores que los comuniquen, de modo que no constituyan “islas”, como los actuales parques nacionales o santuarios de fauna, sino un espacio único por el que puedan circular e interactuar.
Y también hemos de aprender que la globalización, tal como existe en este momento, es muy perjudicial para nuestro futuro como especie, como dice el antropólogo Eudald Carbonell, uno de los directores del proyecto de Atapuerca, que advierte que esta epidemia puede ser el último aviso para nosotros como especie y que debemos reconsiderar seriamente volver a una civilización más tranquila, de base local y de proximidad y restringir el trasiego demencial de gentes y mercancías al que estamos sometiendo al planeta.
Él no es muy optimista de que vayamos a aprender las lecciones de esta pandemia, yo tampoco.