Ha tenido que ocurrir esta pandemia para ponernos en los primeros puestos
del ranking del mercado productivo y, junto a sanidad, transporte y servicios básicos,
que se nos considere -vía BOE- actividad esencial. Hasta ahora éramos el sector invisible,
el más empobrecido, marginado, abandonado, recortado, ninguneado y despreciado
en todo el mundo.
Tal ha sido la desesperación que, a comienzos de año, tuvimos que movilizarnos y
salir a las calles para reivindicar justicia social para este sector, denominado ‘primario’. Y
vaya que sí lo es. Muchos han descubierto con el confinamiento que sin la agricultura, la
ganadería y la pesca, no se puede sobrevivir. Hay que comer tres veces al día como
mínimo y de algún lado tiene que salir el sustento.
Pues sí, señoras y señores, en estos momentos somos la moneda de supervivencia,
junto con el sector sanitario, transporte y servicios básicos, los que hacemos que se
mantenga el país. Justamente los sectores que hemos estado y seguimos a la cola en
todo. A ellos también les recortaron, los maltrataron y los rebajaron.
¿Se darán cuenta ahora y para siempre de que nosotros no mendigábamos ni
lloriqueábamos por unos privilegios? Solamente exigimos unos precios justos que nos
permitan cubrir los costes de producción y vivir dignamente por el trabajo que realizamos.
No aspiramos a subvenciones, privilegios, horario de oficina y mamandurrias, como
algunos las llaman. Y, cómo no, que se acabe con el abuso del incremento de precios que
se produce en el recorrido del origen al consumidor. Y no somos los únicos. También se
han movilizado los alemanes, italianos, holandeses e ingleses, por ahora. Son las compensaciones
socioeconómicas que deben equilibrar la actividad en cada país. Una lucha
al fin, por los precios justos.
Como decía, justo lo que necesitamos en este momento es garantizar la comida
en el plato tres veces al día. ¿Cuánto vale eso?. Esto será una lección para las generaciones
presentes y futuras, que no nos creían y que nosotros intuíamos que iba a pasar. Los
que trabajamos en la tierra, en la mar o con animales tenemos el sentido que les falta a
los urbanitas y a algunos lumbreras de despachos.
¿De verdad se asombran por la compra del papel higiénico? ¿Por qué nadie
aprovechó para abastecerse de lo necesario para hacer un semillero y garantizarse la
lechuga, el brote o las papas?
Sabemos que, precisamente, el uso de papel higiénico se incrementa por el consumo
regular de frutas y verduras. Si nos pasamos a la comida ultra-procesada, el papel va a ser menos
necesario… Recordemos la preocupación por estas generaciones que piensan que la leche
procede del tetrabrick, el pescado del congelador y el huevo de la nevera. El supermercado es el
intermediario. No es la fuente de suministro. ¿También nos hemos olvidado de eso?
Nos sorprenden y nos producen estupor las noticias sobre la gravedad del lucro y la falta
de escrúpulos de algunos intermediarios en el acceso a material sanitario. Incluso nos cabrea
que nos den gato por liebre, con este material que necesitamos de manera urgente. Pues son los
mismos que mercadean con la comida, con el precio de la fruta, las verduras, el pescado, la
carne, la leche y lo que luego aparece en esos tetrabrick, en el plato o de oferta por unos míseros
céntimos porque vienen de territorios ultramar. ¡Cuánto daño invisible han hecho! Orgulloso el
consumidor que iba al supermercado y venía con un kilo de habichuelas a 2 € sin pensar que
estos precios dejan sin comer a otros.
Los países se han protegido del exterior con material bélico. Un material costoso que
debe almacenarse actualizado para que se conserve en estado óptimo. Nadie pensó en la
protección de la ciudadanía con almacenamiento de material sanitario, educativo o agrícola. Ya
los egipcios hacían acopio precisamente de gran cantidad de alimento. Correctamente conservado
y para ser versátil en su preparación y uso.
Puede haber otras pandemias y, sin ser pájaro de mal agüero, no será la última si no
cambiamos el sistema. Esta ha sido un aviso. En el sector primario sabemos de lo que hablamos.
Virus que arrasan hectáreas enteras de plantaciones, vertidos que aniquilan bancos de especies
marinas, epidemias que diezman el ganado. Hemos hecho frente a todas ellas empleando estrategias
de mejora que nos han permitido evolucionar para garantizar, como siempre, el suministro,
el cuidado del medio ambiente, el cumplimiento de las condiciones fiscales impuestas y
todas las vicisitudes que conlleva pertenecer al sector primario. Un trabajo en el que se vive, no
tiene horarios ni vacaciones, ni salario fijo.
Y aquí seguimos, como siempre, presentes para ayudar al vecino y vecina y al ciudadano.
Al entorno y al medio ambiente. En definitiva, a la sociedad.
Por cierto, ¿a alguien se le ha ocurrido el uso de los jardines abandonados para pasto?, ¿el
uso de campos de golf para cultivos de regadío?
Hay un refrán que dice: “una vez en la vida necesitarás un médico, un abogado y un
arquitecto, pero tres veces al día necesitarás a un agricultor”. Amigas y amigos, aprovechen el
tiempo de confinamiento para reflexionar. Cuando esto acabe, tendrán que cambiar muchas
cosas, si no, no habremos aprendido nada.
Ante todo esto, el sector primario seguirá en alerta continua para que la actividad no
decaiga y se garantice el abastecimiento.
Un agricultor = un ganadero = un pescador
La Aldea, Islas Canarias, España, Mundo
Jacinto Godoy González