No, no y mil veces no
martes 07 de enero de 2020, 06:40h
Cuando hace unos días reflexionaba sobre que escribir en el primer artículo del año pensaba que lo haría sobre la felicidad, los buenos deseos y cosas por el estilo; la realidad me lo ha impedido.
A veces en la vida uno se tiene que mojar, no vale el ponerse de perfil y mirar hacia otro lado cuando los hechos que están ocurriendo, la realidad política es grave. Me siento obligado y a la vez deseoso de dejar clara mi opinión y espero saber explicarlo de manera indubitada.
Lo primero que debo decir es que el señor Sánchez tiene la máxima legitimidad democrática para ser designado y nombrado presidente del Gobierno de España, ganó las elecciones pues tuvo más votos y tiene, su partido, más diputados que nadie. Diputados insuficientes que le obligan a acudir a pactos parlamentarios.
La aritmética, además de una ciencia exacta, es muy tozuda y sólo le ha brindado dos opciones al señor Sánchez, la del constitucionalismo, la cual ha rechazado desde el minuto uno, y la de todos los demás, todos hijos de Dios, que nada tienen en común, está la derechona del PNV hasta los antisistema de Podemos, pasando por independentistas, herederos de terroristas y demás minorías. Dudo que alguien recuerde que Teruel existe después de esta legislatura.
No tienen programa de gobierno, pues es imposible juntarlos a todos en una mesa y poner dos ideas en común; sólo coinciden, los que apoyan al candidato, en que son tenedores de un pagaré que más pronto que tarde se va a poner al cobro y lo peor es que no conocemos su importe aunque tengamos que pagarlo.
Felón, mentiroso, traidor son algunas de las lindezas que le dicen a la cara al señor Sánchez y no se levanta a partir la cara del que le insulta; ni siquiera pide amparo a su subordinada señora Batet que en pocos meses ha rendido las Cortes al Gobierno, asesinando a Montesquieu como les decía recientemente. El señor Sánchez. Probablemente, ha vendido su alma al diablo, en este caso con el rostro de los filos etarras de Bildu, para obtener un sillón y esos metros de moqueta que lo rodean. ¿Recuerdan el ridículo que hizo el señor Sánchez cuando se puso al lado de los Reyes en un besamanos? Ese es Pedro Sánchez, un patán, un pobre hombre que está ante una oportunidad que jamás habría soñado y que hará lo que haga falta para mantenerla.
Y vaya si lo está haciendo lo que haga falta. Sólo estamos en la investidura y ya ha hipotecado la deuda pública, imaginen lo que nos costará cuando pretenda aprobar los presupuestos del Estado, la cantidad de pagarés que firmará y pagaremos los españoles para que él siga cómodo en su sillón.
Sánchez no es la solución, es el problema; como sabrán el título de estas líneas se lo he tomado prestado a doña Ana Oramas, diputada canaria, brillante oradora y que les ha dicho a unos y a otros la verdad, sin paños calientes, desmarcándose de su partido y amparándose en su conciencia, lástima que sea noticia.
España no se va a romper, no porque nuestros líderes no hagan lo posible sino porque la sociedad no lo queremos. Cuanto más nos atacan más españoles nos sentimos y más dispuestos estamos a mantener su unidad; lo que de verdad pretende Sánchez es la modificación de la Constitución de manera encubierta. Saltarse los trámites y requisitos de su reforma para tener contentos a sus socios, pero desde el Estado de Derecho nosotros el pueblo no le dejaremos, la Ley triunfará y se mantendrá la Constitución en los términos actuales porque es la forma de regular nuestras vidas que elegimos los españoles y Sánchez, ese pobre hombre, no es nadie para cambiarla.
Leí, no sin emocionarme, la carta que Jose Mª Múgica escribió al candidato, a mí, sin tener las vivencias de Múgica, también me produce una náusea infinita y un profundo desprecio que se pacte con Bildu para ser presidente de gobierno, en la vida y también en la política, no vale todo. Que pasen un buen día y que Dios nos coja confesados.