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STEM y Filosofía

Por Joana Maria Borrás
domingo 06 de octubre de 2019, 05:00h

Los contenidos de los campos de conocimiento -ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas- deben ser considerados los motores de la formación del futuro, es decir ¿debería ser la alta formación STEM la prioridad educativa? la respuesta es: SI. Esta fue la pregunta formulada el pasado jueves en Madrid, en una mesa redonda celebrada durante la segunda edición de enlightED, a la que asistía como ponente, entre otros, el responsable de educación de Facebook, Adam Seldow.

Según se puso de manifiesto en el transcurso del debate que "un 75% de los trabajos del futuro requerirán habilidades STEM pudiendo llegar a crearse en toda la Unión Europea 750.000 empleos para jóvenes con esta formación".

Dicho esto, siempre he pensado que la excelencia en la formación requiere transversalidad de ciertos conocimientos y/o asignaturas. Estudiar filosofía debería ser, por ejemplo, obligatorio en cualquier carrera, el primer año y el último. Es sorprendente observar como puede cambiar la visión de una asignatura en función de la experiencia y conocimientos que va acumulando el alumno en el transcurso de los años. Es sorprendente también poder gestionar la creatividad en cualquier sector (incluida la ingeniería) bajo el paraguas de la toma de conciencia de que, para innovar, para crear algo nuevo, siempre es necesario que alguien intuya, piense, imagine esa nueva necesidad de forma previa. Dicho de forma simple: no podemos crear si antes no pensamos en la necesidad de hacerlo.

Este planteamiento (puramente filosófico y que puede parecer de Perogrullo) subyace hace muchísimos años en discusiones entre filósofos consagrados y científicos. Debate que debemos trasladar a la actualidad porque filosofía e ingeniería informática y nuevas tecnologías deberían ir de la mano en esa cruzada quimérica para que la formación de los jóvenes sea lo más completa posible.

Puede que haya quien salga corriendo al leer estas líneas, me consta que hay quienes piensan que la filosofía es esa asignatura tediosa y obligatoria que algún profesor no nos supo explicar lo suficientemente bien como para que nos gustara. Yo tuve la suerte, sin embargo, de tener un profesor magnífico, cuando estudiaba Derecho, que me hizo ver la importancia de saber clasificar el pensamiento (mi propia forma de pensar) para poder encajar después las piezas de mi puzle profesional.

Cuando Mark Zuckerberg ideo Facebook lo primero que hizo, aunque fuera de forma inconsciente, fue constatar y analizar una necesidad latente y de esa constatación paso a la búsqueda de la fórmula más idónea para colmar esa necesidad primaria e inicial, que nada tiene que ver con el resultado final actual.

Probablemente si Mark Zuckerberg hubiera podido examinar desde un punto de vista menos técnico los efectos y consecuencias de su fantástico invento, no se tendría que enfrentar ahora a las demandas millonarias a las que se enfrenta. O quizás es todo lo contrario, quizás si lo analizo absolutamente todo y le da completamente igual porque sabe que ganará más de lo que es posible que pierda.

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