La casi totalidad de los docentes ya están de asueto y con un pie en la playa disfrutando de las merecidas vacaciones. La sobrecarga laboral que recae sobre estos da lugar a que durante el estío aprovechen para desconectar y dedicar su tiempo libre a otros menesteres.
Durante el curso escolar, tienen que suportar no solo la presión del currículum, es decir, del temario, sino del cumplimiento normativo para dar contenido a la múltiple cantidad de documentos que se tienen que entregar en el centro a modo de análisis y estudio de la evolución del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Un docente no solo tiene que ocuparse y preocuparse en cómo impartir su asignatura para que los alumnos estén atentos y motivados durante las sesiones formativas. También tiene que dedicar una gran parte de su tiempo a preparar material didáctico complementario, preparar las programaciones de aula para no dejarse nada en el tintero, elaborar la programación didáctica de la materia en conjunto con los profesores del mismo departamento, redactar los documentos de adaptaciones curriculares para aquellos alumnos con necesidades educativas, preparar el análisis de datos de los resultados académicos cada evaluación, redactar los seguimientos trimestrales de las programaciones didácticas con el fin de analizar si lo que hemos programado ha sido adecuado a nuestro entorno o no.... en definitiva, un sinfín de documentación que resta mucho tiempo de gestión de trabajo de aula y que en gran medida agobia y satura la labor docente.
Quizás el problema esté en el propio sistema que por un afán ultracontrolador quiera manejar esa información. ¿Cuál es el objetivo final? ¿Qué uso hacemos de esa documentación? Muchas veces, la sensación existente es que se elaboran esos documentos de una manera vacua y que no transmiten la necesidad real por la que ha sido diseñada. Así pues, el objetivo no se cumple.
Si el objetivo es que mejore el sistema, esos documentos deberían ser unos papeles flexibles, adaptables y no encorsetados como lo son actualmente. Además, ¿es necesario que la educación esté tan burocratizada? Los niños pueden aprender lo mismo sin el trasfondo de papeleo que se les exige a los profesores.
Muchos de estos docentes aprovechan estos dos meses para desconectar, pero otros muchos siguen dándole vueltas a su cabecita para ver qué van a implantar en sus aulas en septiembre. En cualquier caso, ¡Feliz verano!