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Un señor apellidado López Obrador

Por Francisco Gilet
miércoles 27 de marzo de 2019, 03:00h

Parece ser que está de moda, entre las fuerzas comunistas y populistas, el obligarnos a renunciar a nuestra historia, en todos sus ámbitos. Y es llamativo que sea en el propio hemiciclo y en los medios de nuestro país en donde afloren críticas y más críticas a nuestros antepasados y a sus conductas. Por tal motivo no resulta nada extraño que sirvan de ejemplo para lanzar improperios, como la del señor llamado López, mexicano presidente, remitiendo cartas a Felipe VI y al mismo Papa Francisco, reclamando que pidan perdón por las violaciones de lo que ahora, dice, se conoce como derechos humanos. El dicho señor López lo hace público con motivo del aniversario de la batalla de Centla. Una cruenta escaramuza de 450 españoles frente a más de treinta mil mayas chontales, en cuyo final, se contempló como el cacique Tabscoob, vencido, entregaba a Hernán Cortés, no solamente regalos preciosos sino también treinta esclavas, entre ellas la famosa Malinche, o sea, doña Marina, convertida en la puerta lingüística que facilitó la conquista, no invasión, de las tierras aztecas. Con posterioridad a tal batalla, Cortés, fundó la ciudad, llamada Santa María de la Victoria, es decir, la primera creada por los españoles en tierra de los mexicas. Y de paso, les descubrió la existencia de la rueda, desconocida para el mundo azteca, así como que el caballo y el jinete no formaban una sola bestia.

Naturalmente, la ideología del llamado señor López, también conocido como AMLO, tal hecho lo repele, ya que, como se atreve a relatar la cubana Zoé Valdés; «Para nadie es un secreto que AMLO es un bicho maligno, una alimaña comunista, corrupto y pérfido y de muy mala entraña, que no vacilará en aplicar al pueblo mexicano lo que han aplicado y siguen aplicando al cubano, al venezolano y al nicaragüense, durante décadas de siniestro y malvado martirio. Hambre, miseria, desolación, encarcelamientos, exilio, desapariciones, fusilamientos masivos». Aunque no resulta nada extraño, dados sus antecedentes, que AMLO desconozca, también, que los derechos humanos ya fueron objeto de atención por parte de la reina Isabel, cuando advirtió en la Real Provisión, firmada el 20 de diciembre de 1503, contra los posibles excesos en las encomiendas; «Mando a vos, el dicho nuestro gobernador (…) que hagáis pagar a cada uno, el día que trabajare, el jornal e mantenimiento que según la calidad de la tierra y de la persona e del oficio vos pareciere que debiere haber (…) Lo cual hagan e cumplan como personas libres, como lo son, e non como siervos».

Proseguir por esa senda, es adentrarnos en las Leyes de Burgos (1512-1513), las cuales tenían tres claros objetivos: respetar la condición del indio de vasallo, no esclavo, del rey de España; evangelizarlo, tarea que correspondía al colono a cargo de la encomienda; y, finalmente, hacer productiva las tierras colonizadas mediante el trabajo del indio, a las que estaba ligado. O bien, referirnos a la Cédula Real del 14 de enero de 1514, regulando los matrimonios entre súbditos del imperio, procedentes de Europa y súbditos originarios de América. Para llegar a las normas de la Controversia de Valladolid, que, si bien no tuvieron alcance jurídico, impulsadas la Nuevas Leyes por el controvertido fray Bartolomé de las Casas, sus fundamentos legales se basaban en las premisas del fraile Francisco de Vitoria, quien defendía que «aunque los indios no quisieran reconocer ningún dominio al Papa, no se puede por ello hacerles la guerra ni apoderarse de sus bienes y territorio». Es decir, no obstante, el señor AMLO sea incapaz de reconocerlo, nos hallamos ante el inicio del Derecho Internacional del español de Francisco de Vitoria.

Tampoco el señor AMLO debe tener constancia de que la lengua náhuatl, lengua purépecha, lengua mixteca, lengua huastec, lengua quechua, tendrían todas ellas gramática y diccionario en castellano por obra y gracia de frailes españoles. Y que, en 1584 salió de prensa un manual de doctrina cristiana en lengua quechua y aymará, reinando Felipe II. Como tampoco su memoria y su inteligencia le permiten aceptar ― dejando de lado, la evangelización de los territorios americanos ― el que los conquistadores españoles, a diferencia de los colonizadores ingleses, franceses u holandeses, no se quedaron en las costas, sino que profundizaron en los distintos territorios que iban descubriendo. Y en ellos, en su interior, se asentaban, dibujaban calles, construían casas, hospitales e iglesias, configuraban la administración, el comercio, la economía, la instrucción del indígena, con Catalina de Bustamante como pionera. Y, un detalle, especialmente dedicado al apellidado señor López; para el Virreinato de Nueva España, en 1551 el emperador Carlos expidió Real Cédula por la cual se creaba la Real Universidad de México, producto de las gestiones del Virrey Antonio de Mendoza y fray Juan de Zumárraga. Iniciadas las clases en 1553, se da la disputa de si fue esa Universidad la pionera o si fue la de Universidad de Lima, creada por Real Cédula del 12 de mayo de 1551. Tanto da, lo cierto es que el dicho López hace uso del español en su absurda solicitud, y acude a Playa Punta de los Palmares, olvidando que, en su República, perviven más de veinte grupos indígenas; nahuas (dos millones) zapotecas, mixtecas (700.000), otomíes, totonacas (450.000), mazatecos (350.000), etc., siguen ahí, hablando sus propias lenguas, aparte de un castellano más que correcto, con sus hábitos y costumbres, con la religión cristiana, viviendo en las tierras que desde antiguo pertenecieron a sus ancestros, conformaron Nueva España y ahora Estados Unidos Mexicanos.

Finalmente, si en las Grandes Llanuras americanas, existe hoy algún habitante de las tribus de lengua siux (hidatsa, mandan, siux, osage, ioway, omaha, otoe, missouria, quapaw, kanza), o de lengua algonquina (blackfoot, arapaho, cheyenne, atsina) u otro de lengua caddo (wichita, pawnee, arikara), seguramente también podría firmar la misiva del redentor comunista llamado AMLO, López Obrador, para entendernos. Pero, no, esos no fueron territorios de conquista española.

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