Desde China hasta Indonesia, desde México hasta Argentina, al menos 130 de los 354 jets de la compañía se quedarán sin surcar los cielos mientras la empresa aérea más potente del mundo perdió en un solo día 10.000 millones de dólares y cayó en bolsa un 12 por ciento para acabar repuntando al final de la jornada del lunes hasta desplomarse un 5,4 por ciento en apenas unas horas tras el triste suceso.
El 737 Max jet de Boeing era la punta de lanza de la compañía en el mundo. Se vendía como una aeronave con bajo coste, un mínimo mantenimiento y con la capacidad de abarrotarla de pasajeros.
Compite directamente con el Airbus, su rival europeo de las aerolíneas comerciales.
Un avión perfecto para vuelos de gama media pero en el que se podrían maximizar beneficios, lo que ayudó al gigante aeroespacial con sede en Chicago a vender numerosas unidades y aumentar su presencia en China, Indonesia o Etiopía, sumando millones de dólares a las acciones de la compañía.
Es más, Boeing se jactó de que los pilotos no necesitaría entrenar en un simulador para operar con los 737 Max.
Pero este último accidente en Etiopía a los seis minutos de su despegue, el segundo siniestro en menos de cinco meses y de características similares al acaecido en Indonesia en octubre, amenaza con socavar la reputación de la empresa estadounidense ante las dudas que genera en cuanto a seguridad y confianza.
Aún se desconocen las causas que provocaron que el vuelo 302 de Ethiopian Airlines que viajaba rumbo a Nairobi se estrellara matando a 157 personas. La investigación acaba de arrancar pero la compañía ya ha anunciado que revisará el sistema informático de sus aparatos de ese modelo para ver qué ha sucedido.
Ha destacado además que desde hace meses han desarrollado un programa de software para hacer más segura la navegación y que estará disponible en unas semanas. El nuevos sistema busca "hacer que un avión ya seguro sea aún más seguro", con cambios en la "ley de control de vuelo, pantallas de pilotos, manuales de operación y entrenamiento de la tripulación". La declaración se produjo después de que la Administración Federal de Aviación dijo que ordenaría" cambios de diseño "a más tardar en abril".
Boeing dijo, no obstante, que no se planea una nueva guía de seguridad a partir de ahora: "La investigación se encuentra en sus primeras etapas, pero en este punto, según la información disponible, no tenemos ninguna base para emitir una nueva guía".
Los analistas, según informa 'The Washington Post', han estimado que en peor de los casos el nuevo software podría costar 5.100 millones de dólares, el el 5 por ciento de los ingresos anuales de Boeing.
Pero el bofetón mayor para la compañía, que es la mayor exportadora de manufacturas de Estados Unidos, es la decisión de China de dejar en tierra a toda la flota de 737 Max 8 hasta saber las causas de los dos accidentes.
Y es que de los 43.000 nuevos aviones que planea vender la empresa en los próximos 20 años, se espera que China adquiera al menos el 20 por ciento. De hecho, para consolidar las relaciones de Boeing con Pekín, la compañía ha construido una planta en el país asiático y es allí donde se terminan sus aviones.
Todo esto se produce en medio de una situación agitada entre China y Estados Unidos, inmersas ambos gobiernos en plenas negociaciones comerciales y con la Administración de Donald Trump dispuesta a mantener los aranceles a productos chinos si no se consigue un trato satisfactorio que equilibre la balanza comercial entre las dos potencias.
La Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA) de Argentina ha informado este lunes que ha ordenado a sus afiliados no volar aviones Boeing 737 MAX tras los dos accidentes fatales ocurridos con esos modelos en menos de cinco meses.
La compañía estatal Aerolíneas Argentinas es la única empresa en el país que opera con esos aviones, que cuenta con un total de cinco y que se utilizan para vuelos regionales.
Más tarde, el Grupo Aeroméxico, que opera la mayor aerolínea mexicana, ha suspendido de forma temporal las operaciones de seis aviones Boeing 737 MAX 8.
La aerolínea ha indicado que la medida se mantendrá "en tanto se cuente con información contundente sobre las investigaciones del lamentable accidente". Mientras ha afirmado que las frecuencias que se operaban con estos aviones serán cubiertos con el resto de la flota.
La aerolínea Copa Airlines de Panamá ha subrayado que está esperando los resultados de la investigación y que seguirá las recomendaciones emitidas por el fabricante y las autoridades pertinentes.
Por su parte, Ryanair ha asegurado hoy que "no tomará ninguna decisión inmediata" respecto a la operativa de su flota de aviones Boeing 737 MAX.
La compañía Norwegian también ha señalado hoy que está "en estrecho diálogo con Boeing y que sigue las instrucciones y recomendaciones tanto de ellos como de las autoridades de aviación". La compañía noruega opera con este avión desde Irlanda a los Estados Unidos y recibió su primera entrega del 737 MAX 8 en junio de 2017.
En octubre, un aparato similar operado por la aerolínea indonesia Lion Air se estrelló en el mar de Java poco después de despegar de Yakarta, dejando 189 víctimas mortales.
Los investigadores culparon entonces a un sensor defectuoso. Pero las críticas contra la compañía aumentaron cuando reveló tras el desastre de Lion Air que un nuevo programa automático, conocido como el Sistema de Aumento de Maniobra, o MCAS (por sus siglas en inglés) podría deshabilitar una función que los pilotos usan para tomar el control del avión.
El software actualizado estaba destinado a hacer que la nave fuera más segura, teniendo en cuenta los pequeños cambios de diseño en sus motores. Boeing emitió un boletín en noviembre después del accidente pero reavivó un debate en curso sobre qué grado de automatización es el más seguro para los aviones y cuánto control deben mantener los pilotos humanos.
Aunque la investigación en Etiopía aún se encuentra en las primeras etapas, las similitudes entre los dos choques han llevado a los transportistas de todo el mundo a tomar precauciones adicionales.
Esta nueva catástrofe se produce cuando Boeing no hacía más que aumentar sus pedidos de estos aviones, con casi 6.000 unidades en la cola de espera.